Havalina (Madrid, Ochoymedio Club, 10 de marzo)

Por fin llegó el día. Los madrileños Havalina presentaban su nuevo disco, «Muerdesombra», en casa, y lo hacían en una de sus salas fetiche, el Ochoymedio. Había expectación por ver como defendían su nueva obra en directo y poco a poco la sala se fue llenando hasta que casi no cabía un alfiler.

Tras una introducción en la que una voz femenina daba un discurso, un poco anodino hay que decir, agradeciendo a los asistentes su apuesta por la cultura y la música en directo, el trío saltaba al escenario para aliviar las ansias de sus seguidores por escuchar sus nuevos temas. Manuel Cabezalí pone en marcha su sintetizador y toca ese riff muteado que percute nuestro cerebro en «Abismoide», el mismo tema con el que abren también «Muerdesombra». Y sin descanso continúan con el que fue el primer adelanto del mismo, «Más velocidad».  Aquí, Jaime Olmedo abandona el bajo para centrarse en su sinte, algo que hizo en algún tema más como «Nacidos de la bruma». El propio Cabezalí también hizo lo propio en alguna ocasión con su guitarra, y es que el aumento del uso de los sintetizadores en su nuevo disco tenía que plasmarse también en directo. Cabe destacar que la ausencia por momentos de las cuerdas no desnuda del todo esas canciones, ya que la batería de Javier Couceiro marca el ritmo magistralmente y cubre cualquier carencia. «Órbitas» es la muestra de los finos que pueden llegar a ser, un tema emotivo con una melodía de guitarra muy a lo The Cure. Sin embargo, cuando se palpaba el éxtasis era con los temas antiguos. Tras una larga y progresiva introducción, descargan «Punto de reconciliación», que casi empalmada con «Objetos personales», hicieron que la sala se viniera abajo. Reconozco mi debilidad por los temas de «Las hojas secas», pero se ve que no soy el único que la tiene… «Un reloj de pulsera con la esfera rota» y «¿Dónde?» supusieron su parada en «Islas de cemento» y también fueron muy celebradas. A mitad del show el binomio de «Alta tormenta» nos recuerda que aunque hayan bajado las revoluciones con su último disco, no te puedes relajar porque de la nada te colocan un riff rompecuellos para recordarte que además de a indies, los madrileños hay conquistado por algo también  a amantes del stoner y el rock más alternativo. «Malditos mamíferos» deja paso a «Imperfección». La intensidad del sonido de las guitarras que van desfilando una tras otra por las virtuosas manos de Manuel Cabezalí continúa in crescendo. El set-list elegido es muy acertado y también el orden del mismo. «Viaje al sol» supone su primera parada en «H» con ese potente y veloz riff digno de los mejores Queens Of The Stone Age y ¿qué decir de «Incursiones»? Aún alargada el triple de su duración en disco nos sigue sabiendo a poco… Ese gusto por los largos desarrollos y dejarse llevar siempre fue una de las señas de identidad de Havalina y gracias a Dios, lo sigue siendo. Muestra de ello es «Trópico fantasma», el tema con el que cierran su flamante disco y elegido también para cerrar la primera parte de su actuación.

Manuel Cabezalí

Y decimos primera parte porque obviamente tenía que haber bises… Los pipas colocan un nuevo micrófono ¿qué sorpresa nos depararan? ¿quién saldrá a colaborar? Pues salen de nuevo al escenario, y el trío se convierte en cuarteto al incorporar a Ignacio Celma, bajista de la banda entre 2009 y 2014, que en esta ocasión tocó la guitarra eléctrica e hizo coros en los cuatro temas que se guardaron para el final de la actuación, temas todos ellos pertenecientes a la época dorada de la banda en la que Celma formaba parte del combo. «Norte» marca con su cadencia sexy el camino a seguir por los sucesivos temas en los que los riffs gruesos, acentuados por la presencia de una segunda guitarra, llevan el peso. «Sueños de esquimal», «Desierto» (oh, qué canción…) y «El estruendo» cierran una velada en la que Havalina volvieron a emocionar a sus seguidores y demostraron por qué siguen siendo uno de los grupos con mejor directo de la escena nacional.

Havalina

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