Drunken Buddha es una banda novel fundada en Gijón en 2012 por músicos veteranos de la escena asturiana que ahora nos presentan su debut discográfico, un disco homónimo diseñado para patear traseros. Auspiciados por el buen hacer de Juan Martínez en Magoo Studio, Drunken Buddha nos transportan a otra época, o mejor dicho, a todas las épocas que abarcan desde los 60′ a los 90′. Han mamado el sonido de algunos de los más grandes y lo han hecho suyo, dándole su sello personal y haciendo de «Dunken Buddha» un trabajo delicioso para degustar con tranquilidad, o con velocidad ¡qué narices! porque éste también es un álbum que huele a gasolina y rueda quemada.
Tres años después de su formación y tras algunos cambios, el lineup se estabiliza con Michael Arthur Long a la voz, Mario Herrero a los teclados, Diego Riesgo a la guitarra, Javier Menéndez al bajo y José Manuel Martínez a la batería. Después de una temporada tocando versiones de Deep Purple, Free o Whitesnake por multitud garitos en los que se ganan la reputación de gran banda de directo deciden empezar a componer temas propios. En septiembre de 2018 consiguen el segundo puesto en el XXI Concurso de Rock Ciudad de Oviedo y gracias a ello pueden grabar este álbum que aquí os estamos presentando. Un álbum que se grabó, mezcló y masterizó en apenas un mes y que rezuma espontaneidad y vitalidad, amén de talento a raudales. «Dunken Buddha» suenan a ese heavy metal primigenio que después pasó a denominarse hard rock. Deep Purple es una de sus mayores influencias, se aprecia a lo largo de todo el álbum y especialmente en cortes como «Jester Song» o el inicial «Can’t Hold Your Gaze», aunque en este último vemos más velocidad y dejes a la hora de cantar que recuerdan incluso a James Hetfield. En su single, «Medicine Man», ya percibimos la importancia que a lo largo de todo el CD van a tener los teclados de Mario Herrero. Aquí le dan un toque psicodélico que le da un rollo a The Doors bastante notable y eso, para servidor, son palabras mayores… «Lady Stardust» es la demostración del alma bluesera del grupo, sobre todo en la parte inicial, de cadencia sexy, acelerándose en su segunda mitad para terminar dejándonos sin aliento. Hard rock puro y duro nos muestran en «Coming Home» (muy Whitesnake)y «The Rise Of The Monkey Men», en este último con unos punteos de guitarra doblados que le dan ese toque ochentero que se ve que les encanta. Y también tenemos cortes sorprendentes como «Monster», con un Michael Arthur Long regodeándose en su registro más grave y siniestro dándole un rollo Type O Negative total, enfatizado por el aura oscura de los teclados y la sección rítmica, o la final «Strangers & Fools», un tema de marcado aroma británico con riffs a lo Black Sabbath que sin embargo nos descoloca con un elegante puente y solo con el que parecen invocar a los Oasis más inspirados, seguramente, sin pretenderlo. Estamos pues, ante un trabajo de gran calidad y con una fuerza arrolladora que hará disfrutar a los amantes del mejor rock & roll, etiquetas aparte. Ocho canciones bien estructuradas, directas y desprovistas de artificios que te pedirán que las reproduzcas una y otra vez, así que no te cortes ¡hazlo!.
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