Spiritbox – Tsunami Sea (2025)

Pues ya está aquí el esperadísimo segundo disco de Spiritbox. El ciclo de «Eternal Blue» vio a la banda liderada por el matrimonio conformado por la vocalista Courtney LaPlante y el guitarrista Mike Stringer no solo aparecer en las portadas de las más prestigiosas publicaciones musicales alrededor del mundo, sino ser también uno de los grupos más solicitados para ocupar un papel destacado en los festivales así como llevar a cabo su primera gira como cabeza de cartel (con entradas agotadas al cien por cien) para promocionar el álbum. La banda también compartió escenario con veteranos del metal como Limp Bizkit o Ghost, y ganó el premio a la Banda Revelación Internacional en los Heavy Music Awards de 2021. Por todo ello, la expectación respecto a su continuación era alta. En 2022, Spiritbox completarían su formación actual con la incorporación del baterista Zev Rose y el bajista Josh Gilbert (As I Lay Dying, Wovenwar), además de lanzar su EP «Rotoscope» en junio de ese año, al que siguió otro el año siguiente titulado «The Fear Of Fear». Estos lanzamientos despertaron mi escepticismo acerca del devenir de la banda por dos motivos principales. El primero es: como son tan modernos, ¿van a seguir estas tendencias actuales y se van a dedicar a lanzar EPs en vez de discos en condiciones?, por no hablar de las colaboraciones con otros artistas que darían para otro artículo al margen de esta crítica. Y el segundo y más importante: ¿van a centrarse, como en estos, en su vertiente extrema, relegando a un papel residual la melódica?. Pues ahora, por fin han despejado mis dudas. Más o menos…

«Tsunami Sea» es el segundo disco de estudio de los canadienses y vio la luz el pasado marzo a través de Pale Chord en asociación con Rise Records. Es un trabajo con mucha chicha y daría mucho de sí desde el punto de vista de un crítico, pero voy a resumir mucho tratando de ir al grano. Spiritbox son una de las bandas llamadas a liderar la nueva ola de metal contemporáneo, contraponiendo (o complementando) su música poderosa y contundente con una imagen sofisticada, cuidada, y cuando la ocasión lo requiere, delicada. Su propuesta, desde el punto de vista estrictamente musical, llama la atención por la producción. En este disco, al igual que en su debut, ha sido llevada a cabo al alimón entre Dan Braunstein y el guitarrista de la banda Mike Stringer. Sigue los mismos parámetros en cuanto a lograr un sonido compacto y denso combinando lo orgánico con lo digital, pero la han llevado a un nuevo nivel. Es una producción muy moderna, muy de los tiempos que corren, y eso está bien, pero para mi gusto el sonido está demasiado saturado y comprimido por momentos. Por sintetizar mucho, y ciñéndome a la segunda pregunta que formulaba en el párrafo anterior, mi forma de analizar un disco de Spiritbox es sencilla. Sus discos están formados por dos lotes de canciones, el de las canciones cool donde logran la excelencia y no tienen parangón, y el de las canciones ruidosas y gritonas que yo directamente salto. Entendedme bien; no quiero decir que estas canciones agresivas y estridentes sean malas, pero no es mi rollo. Cuando se dedican a eso, no digo que se vuelvan vulgares porque Spiritbox son de todo menos vulgares, pero el caso es que se convierten en un grupo más dentro de la amalgama de bandas que tratan de sonar cuanto más duros mejor sin aportar nada relevante que los separe del resto. Lo que los hace únicos son sus ganchos melódicos y su habilidad para combinar influencias tan dispares como las de Cannibal Corpse o Björk, gente que por extraño que parezca, marcaron la infancia de Courtney LaPlante y definieron su magistral forma de cantar. El caso es que si en «Eternal Blue» tan solo tenía que saltar «Silk In The Strings» y «Holy Roller» (situadas, además, juntas en el centro del disco), siendo el resto de canciones realmente sublimes, en «Tsunami Sea» me encuentro con una situación algo más compleja. «Black Rainbow», «Soft Spine» y «No Loss, No Love» pertenecen a ese grupo de canciones extremas que yo prefiero obviar. Luego hay una dupla que sirve de puente entre estas y las memorables, y que está formada por «Fata Morgana» (no está mal elegida como apertura del álbum porque condensa bien la variedad que nos vamos a encontrar a continuación) y una «Crystal Roses» en la que se pasan de poperos. Y después, ahora sí que sí, está el lote de las canciones sobresalientes. Ahí están el resto: «Perfect Soul», «Keep Sweet», «Tsunami Sea», «A Haven With Two Faces», «Ride The Wave» y «Deep End». ¿Suficientes canciones para dar un notable al disco y que se cuele entre los mejores de 2025?. Muy probablemente, pero desde luego, es un conjunto mucho más pequeño que en su debut, lo cual hace que mi sensación al escuchar el disco sea agridulce. Veremos qué camino siguen en un futuro, porque desde luego, talento tienen para dar y tomar, pero hay muchos grupos que se quedan por el camino por tratar de contentar a todo el mundo. Tendrán que elegir.

Spiritbox (Mike Stringer, Courtney LaPlante, Josh Gilbert & Zev Rosenberg)

Lo mejor: En un buen trabajo para marcar territorio, consolidando su sonido propio a caballo, más que nunca, entre el deathcore y el dark pop.

Lo peor: Tiene temas grandiosos pero otros bastante reguleras. Dista de alcanzar la excelencia de «Eternal Blue» y mucho me temo que va a ser algo que les ocurrirá con todos los trabajos que publiquen de aquí en adelante.

Spiritbox «Tsunami Sea» (Rise Records / Pale Chord)

1. Fata Morgana
2. Black Rainbow
3. Perfect Soul
4. Keep Sweet
5. Soft Spine
6. Tsunami Sea
7. A Haven With Two Faces
8. No Loss, No Love
9. Crystal Roses
10. Ride The Wave
11. Deep End

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Fundador y director de Rock4Spain. Esposo y padre de dos. Funcionario del rock & roll. Tras aparcar sus proyectos musicales propios y con la experiencia que le dan varios años de colaboración como redactor en cylcultural.org decide lanzarse a esta empresa.

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