Un día antes de la salida de «Acantilados», el grupo valenciano lo presentó en un showcase exclusivo que tuvo lugar en la sala Changó de Madrid. Un visiblemente emocionado Ovidi nos indicó que era la primera vez que tocaban un disco entero del tirón y que seguramente sería también la última. El caso es que con una puntualidad exquisita, a las 21:00 arrancó este concierto tan especial integrado en la programación del Inverfest que servía de celebración del lanzamiento y como primera presentación de las once canciones que lo componen.
La sala presentaba un muy buen aspecto, aunque lejos de estar llena, no sé si puede deberse a que se sacaron a la venta un número reducido de entradas al público, el cual se sumaba a los ganadores del sorteo realizado entre los compradores de «Acantilados» en pre-order. En cualquier caso el ambiente era de extraordinaria expectación.
Apostado en las primeras filas, mi escepticismo (que ya se generó al conocer que Leiva iba a ser el productor, y ni os cuento al escuchar el primer adelanto y ver la portada del álbum) creció exponencialmente al ver un teclado situado en pleno centro del escenario. Estaba claro que no iba a ser un aporte puntual y enriquecedor de algún tema en concreto, sino una parte fundamental de las nuevas canciones. Eso no tendría que ser necesariamente malo, tenemos ejemplos como los de Fats Domino o Jerry Lee Lewis que así lo atestiguan, pero no es el caso de estos Zigarros reinventados. Tampoco es que sean malas las nuevas canciones, que se me entienda, pero a mí me dejaron un poco frío. Y por la reacción y comentarios de otros asistentes, puedo confirmar que no fui el único.
Empezaron a altas revoluciones con «Rock Rápido», un tema ya conocido desde que lo publicaran hace un mes, y que por lo tanto, fue coreado por bastantes. Es uno de los cortes más cercanos a Los Zigarros que todos conocemos. Y algo parecido se podría decir de «No Pain No Gain» que fue el siguiente en caer, un tema con un aroma a Tequila más que evidente que le sienta muy bien, con Ovidi simultaneando guitarra eléctrica y teclado. Tan solo le faltó el toque de los coros góspel que incluye la versión del disco para alcanzar la excelencia. «Aullando En El Desierto» sirvió de continuación y de deleite para esos que también disfrutan de bandas como Lori Meyers o Sidonie. Miedo.
«Acantilados» se puede decir que fue la primera sorpresa positiva para un servidor. Suena a urgencia tribal con ese arranque donde Ovidi canta tan solo acompañado del ritmo de bombo machacón de Adrián Ribes hasta que entran las guitarras humeantes y Álvaro tirando de slide. Un buen ejemplo de que una canción romántica no tiene porqué ser una balada pastelosa llena de clichés. Si la hubieran elegido como primer single del disco, seguro que la percepción del mismo en muchos hubiera sido otra. Pero es cierto que «Aullando En El Desierto» pega más con el espíritu del disco y con esa portada. Ay, la portada…
Y así llegamos a «Barcelona», la balada en la que el cantante y guitarrista se desenchufa y se pone a los mandos del teclado desnudando su alma enamorada. Pero ojo que tiene sorpresa (supongo que ya no hago spoiler a nadie). A mitad de corte entra Álvaro con la guitarra en plan Brian May para dar un giro de guión que inevitablemente trae a Queen a la cabeza. Eso sí, a unos Queen un tanto descafeinados. Es un tema bonito, no cabe duda, pero quizá el toque épico le viene un poco forzado. Luego llegan «Por Fin» y «Como Quisiera» que tienen un rollo cabaretero que la verdad es que mola bastante, aunque no sea al cabaret de «No Obstante Lo Cual»… Claro, y acto seguido tocan «100.000 Bolas De Cristal» y a alguno le sangrarían los oídos. Encima han tenido la osadía de lanzar el videoclip el mismo día del lanzamiento del disco, como dándole un protagonismo que muchos requeriríamos para «Acantilados» o «No Pain No Gain». Hubiera quedado bien que apareciera John Travolta marcándose un bailecito pero no fue el caso. Está claro que igual ya no está para esos trotes. Lo que está por ver es si el grueso de sus fans lo está o no. Aunque puede que lo estén los nuevos por llegar.
«Mis Ojos» es un tema sencillo en clave pop-rock muy efectivo, incluso con un cierto aroma a Tom Petty que entra muy bien y da paso a otro tema como «Casarme Contigo» que arranca con psicodelia y con un riff que parece sacado de su época anterior, como si Carlos Raya todavía pintara algo aquí. Toda una declaración de amor a ritmo de rock n’ roll. Como lo es «El Monstruo». Lo de declaración de amor digo, no lo del rock n’ roll. Y hasta aquí el set en el que interpretaron de arriba a abajo «Acantilados».
Hay que darle tiempo al disco porque de entrada choca, pero no me parece un mal disco. Eso sí, no te vuelve loco a la primera escucha, y eso es algo que nunca me había pasado con Los Zigarros. Además, no sé si por el nerviosismo que supone presentar por primera vez un disco de estas características o por la falta de rodaje que esto conlleva pero se notó un ambiente un tanto tenso sobre las tablas.
Pero para completar la hora y media de show reglamentaria había que completar con clásicos. Seis temas, de los cuales cuatro pertenecen a «A Todo Que Sí». ¿Casualidad?. No lo creo. Lo que funciona funciona, y ellos lo saben. Ahí todo el mundo se desmelena, tanto en el escenario como en la platea, y desde el tema que da título a su mítico disco y que abría esta tanda, hasta «Qué Demonios Hago Yo Aquí?», pasando por «No Sé Lo Que Me Pasa», «Resaca», «Voy A Bailar Encima De Ti» y «Dentro De La Ley» la sala se convirtió en una auténtica fiesta. Esperando la próxima, que en Madrid tendrá lugar en enero en una cita doble en The Music Station.
Próximamente, la crítica de «Acantilados» en rock4spain 😉
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