«Treze Monos nace de la nostalgia del sonido del 2000 en el nu metal y rap metal americano, con influencias claras de grupos como P.O.D., Hed PE o Limp Bizkit. Con este proyecto intentamos transportarte a ese sonido totalmente en castellano con una fuerza y un vacilón sin miedo alguno». Así define en redes este grupo madrileño en qué consiste su propuesta y la verdad es que no puede ser una declaración más acertada ni concisa. No tratan de engañar a nadie, no hay postureo, tan solo hay pasión por un género que nos marcó a muchos y que hoy en día casi nadie practica pero que ellos están dispuestos a traerlo a la actualidad en nuestro país. El nombre de la banda hace referencia a la película «12 monos» con la que se sienten identificados. Su sonido nos lleva de vuelta a 1999 y el «+1» lo pone el oyente que quiera transportarse con ellos a este viaje que un servidor no ha podido rehuir.
El grupo lo componen David Ramos (guitarrista de Skunk D.F.), Danny Killah (cantante del grupo de rap/reggae Mad Division), Mario B en la batería y Kike Bassnuff en el bajo, aunque se han rodeado de amigos que colaboran en múltiples ocasiones a lo largo de las doce pistas que conforman este disco tan interesante. Un disco que se abre, a la vieja usanza, con una breve intro instrumental que nos lleva a una selva poblada de monos rabiosos obra de Julián Moreno, encargado de secuencias y scratches a lo largo de todo el redondo, porque sí, ¡vuelven los scratches! ¡benditos sean!. Así se da paso a «Hijos Del Nu Metal», toda una declaración de intenciones. Bases pesadas, guitarras afiladas y letras vacilonas que muestran el orgullo por sus orígenes musicales – leitmotiv del álbum – y su falta de complejos a la hora de llevarlo a cabo. «Shotgun» es uno de los temas más importantes para el grupo, de hecho han decido cerrar el álbum con una versión acústica del mismo, pero no está entre los que más han llamado mi atención. Si lo ha hecho un «K.O.» espectacular donde la influencia de P.O.D. se muestra de forma flagrante. Esos riffs suntuosos y los aires reggae del estribillo (aquí Danny parece el propio Sonny Sandoval) y del puente, donde las percusiones de Antonio Monedero le dan ese toque étnico, le confieren ese aura de finales de los 90′ y una pegada brutal. Pegada de la que tampoco anda escaso un «Psycho» brutal donde Paco Morillas es el encargado de las baterías. En el ecuador nos topamos con uno de los momentos cumbre, una oda al baloncesto titulada “NBA / ACB” y a sus protagonistas de ayer y hoy, con mención especial a los samples que reproducen la mítica voz de Andrés Montes retransmitiendo partidos en los que participan Michael Jordan, José Manuel Calderón y compañía. Recuerda al «Juega» de Nach pero con ese punch añadido que le dan las guitarras y las potentes bases rítmicas de las que carece un tema de rap puro como el del alicantino. Continuando por esa senda de homenaje, en este caso a figuras del rap, películas y demás referentes culturales del cambio de milenio que a muchos nos devuelve a la época del instituto – a ellos también, a tenor de la campana que anuncia el recreo que suena al comienzo del tema – se mueve un «Recuerdo» muy efectivo. En «Mi Revolución» tenemos un corte pesado y repleto de los típicos clichés del rock español en lo que a los textos se refiere. Musicalmente, un tema muy al estilo de Limp Bizkit y de los propios Duo Kie de los cuales procede Locus que colabora en este tema. A partir de aquí queda el tramo final, pero es ahí donde dan el do de pecho y nos sueltan lo mejor de su arsenal. «Chandal Metal» entra a la primera; me tocó el corazón desde la primera vez que la escuché. La introducción con los samples de Julián Moreno soltándonos porciones de clásicos de Linkin Park, Deftones o Korn ya nos ponen los dientes largos… Tras escucharlo uno no puede más que pensar que debería convertirse en un auténtico himno del nu metal en español para las generaciones que nos sucedan. ¿Lo hará?. La juventud está perdida, pero oye, la esperanza es lo último que se pierde… En “No Soy Yo” cambian ligeramente de tercio y sin abandonar la esencia del nu metal que impregna todo el álbum y sus típicos rapeos, aquí se adentran en terrenos más hardcore destacando el insuperable estribillo en el que Kantz – la colaboración estelar del álbum – nos grita en inglés aquello de «This is expresion, have no direction!». Y si obviamos la versión acústica de «Shotgun» en acústico tenemos que «Vuelve» es el tema que cierra el debut de los madrileños, un tema donde la potencia y la emotividad se dan la mano como en ningún otro momento del álbum: amor y desamor, pasión y rencor, obsesiones y devociones se entremezclan con una muralla de sonido que alcanza aquí una gran nota.
Pues esto es todo – que no es poco – lo que nos encontramos en el debut de Treze Monos. Un álbum de tres cuartos de hora de duración en el que el ahora quinteto completado con DJ Jabbar a los platos trata de actualizar la escena del rap metal en castellano con la esencia del estilo americano. En el aspecto técnico tenemos que ha sido grabado por el productor Alex Cappa en The Metal Factory y masterizado por Antonio Moreno logrando una gran calidad de sonido pese a que hay momentos en los que es difícil entender las letras. Menos me ha gustado el arte gráfico con una línea más enfocada al mundo del hip hop y el graffiti que al del metal, cuestión de gustos, pero musicalmente, ¡chapó!.
Lo mejor: Un discazo de nu metal con todos los elementos que puedes esperar de una banda que se define como tal. «Doze + Uno» es fresco, potente y valiente como pocos discos vas a escuchar hoy en día.
Lo peor: Pese a su empeño loable por mantener vivo el estilo, poco hueco hay para el nu metal en 2019.
1- Intro
2- Hijos Del Nu Metal
3- Shotgun
4- K.O.
5- Psycho
6- NBA/ACB
7- Recuerdo
8- Mi Revolución
9- Chandal Mental
10- No Soy Yo
11- Vuelve
12- Shotgun (Acústico)
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