Por fin llegó el día que los fans españoles de Disturbed llevaban años esperando. 16 años después de su actuación en el Festimad de 2003, la banda de Chicago se presentó el Jueves Santo en La Riviera para un evento que había colgado el cartel de «no hay entradas» desde hace meses. Los invitados para sus conciertos de Madrid y Barcelona fueron los británicos Skindred, una banda que con su particular estilo que ellos denominan “ragga metal” consigue caldear el ambiente como pocas. Lamentablemente, llegué a la sala cuando su actuación estaba finalizando por lo que no pude ser testigo de su directo, que tiene fama de arrollador, pero para los que como yo se perdieron esta oportunidad, recordamos que el próximo 15 de diciembre volverán a Madrid a presentar su último álbum «Big Tings» en una gira propia.
Que la noche iba a estar dominada por la nostalgia ya quedó patente cuando durante el cambio de bártulos para preparar el escenario para los protagonistas de la noche sonaba el mítico «In The End» y el público cantaba como si estuviéramos en un concierto de los propios Linkin Park. Se palpaba la emoción en el ambiente y el ansia de ver a Disturbed en directo por parte de unos incondicionales que, en muchos casos, iban a verlos por primera vez. La sala entró en éxtasis cuando pasadas las 21:00 comenzó a proyectarse en la pantalla que presidía el escenario un vídeo que ilustraba la trayectoria de la banda desde sus inicios. Un vídeo épico que podría ayudar a ponernos en situación pero que en realidad se hizo interminable; lo que queríamos era ver a la banda actuar y fue entonces, cuando David Draiman y los suyos hicieron aparición en escena, cuando aquello entró realmente en ebullición. No podía arrancar el show con otro tema que no fuera “Are You Ready?”, del mismo modo que su flamante «Evolution», el cual venían a presentar. “Prayer”, su único guiño a “Believe” (2002), fue la siguiente en caer. Para un pepino como “The Vengeful One” Draiman ya se desprendió de su abrigo/chaqueta. A lo largo de toda la velada demostró que vocalmente está en plena forma, físicamente ya es otro cantar…
Disturbed fueron descargando su arsenal de temazos potentes y melódicos, un estilo a medio camino entre el nu metal y el rock alternativo que lleva su marca registrada. Lo que a mí me desconectaba un poco del show y lo que creo que hacía que éste perdiera algo de ritmo era las continuas interrupciones que hacían bien para los alegatos de Draiman, o bien para los espacios de lucimiento que éste dejaba a sus compañeros de banda para sus respectivos solos instrumentales. Tras repasar la actualidad del mundo y pedir unidad, respeto y fraternidad a la hora de vivir la música llegó el momento de que Dan Donegan nos deleitara con un breve solo de guitarra. Se acercaba uno de los momentos álgidos de la noche, primero con la versión de Genesis “Land Of Confussion” en la que pusieron en la pantalla del fondo la letra de la canción a modo de karaoke, y luego con la preciosa balada “Hold On To Memories” en la que entre las luces de las linternas de los móviles y los mecheros el bueno de David se bajó al foso para cantar desde allí y abrazar a sus fans en un momento que para ellos será del todo inolvidable. Seguidamente a esto, y tras retirar las butacas en las que se sentaron para este momento «unplugged», solo de bajo del carismático John Moyer, y solo de batería de Mike Wengren. Paréntesis que Draiman aprovechó para recuperar fuerzas y volver a la carga con el repertorio más metalero con «Ten Thousand Fists» y «The Game».
Para rebajar las pulsaciones tras este momento de locura, una nueva balada como “A Reason To Fight” suponía otro punto emotivo con el discurso de prevención del suicidio, de las enfermedades mentales y de la drogadicción que contó con el refuerzo de otro vídeo en el que se facilitó el teléfono de la esperanza y en cuyo alegato Draiman recordó a Chester Bennington, Vinnie Paul o Chris Cornell. Estábamos encarando la parte final del show y era el momento de uno de sus grandes éxitos, la sorprendente versión de Simon & Garfunkel «The Sound Of Silence”. Dan Donegan coge los mandos del teclado, Mike Wengren los de un enorme set de percusión y dos chicas (una al chelo y la otra al violín) asumen la sección de cuerdas en otro de los momentos épicos de la noche, paso previo a la primera retirada del escenario con las potentes «Indestructible» e «Inside The Fire».
Que esto todavía no había acabado lo sabíamos todos, así que tras unos cuantos “oeoeoeoe” por parte del público, Disturbed volvían a escena para arrancar los bises de manera sorprendente con la balada «The Light». Para ella, David Draiman eligió a un par de chicas de la primera fila para cumplir con el ritual de subir a alguien del público al escenario; dos chicas emocionadas que participaron sentadas junto a la batería del momento en que a petición del vocalista, cuando éste decía “the light” en el estribillo, el publico alzaba las linternas de sus teléfonos móviles para hacerlos brillar. Se ve que le gusta el rollo, y la gente pues lo disfruta. Pero para disfrute, obviamente, la recta final con «Stricken», «No More» y, sobre todo, con un «Down With The Sickness» con el que todos nos volvimos locos. Podrán sacar muchos discos y hacer buenas canciones, buenas versiones y todo lo que quieras, pero «Down With The Sickness» es su canción, es su himno. Así lo entienden ellos – lo cual es de agradecer, porque hay otros que inexplicablemente reniegan de sus hits – y así lo entendemos los que disfrutamos de un show muy esperado que aunque pecó de falta de ritmo, fue un ejercicio de seriedad, solvencia y calidad musical.
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