Garage Sound Festival 2018 (9 de junio, Rivas Vaciamadrid) II

La segunda jornada del Garage Sound Festival arrancaba a la hora de comer con la actuación de Gallos. A ellos les seguirían las actuaciones de otras tres bandas nacionales como Mirloblanco, Hell’s Fire o los ganadores del concurso Rising Star, The Splizzy Gang. En un horario complicado, nos contaron que hubo poca presencia de público, algo normal por otra parte. El ambiente se fue caldeando con la actuación de los holandeses DeWolff a las 18:15 y su blues-rock psicodélico, pero no fue hasta cerca de las 20:00 cuando nosotros llegamos al Auditorio Miguel Ríos para disfrutar de la actuación de unos Graveyard que dejaron al personal con la boca abierta. Interpretaron temas de su último disco, recién salido al mercado, como «The Fox» o el single presentación «Please Don’t», pero lo mejor, a mi juicio, se lo guardaron para el final, donde temas más limpios y de clara tendencia bluesera como «Uncomfortably Numb» o «The Siren», clásicos de su repertorio, hicieron las delicias del respetable. Inconmensurables los suecos cuando muestran su lado más sensible.

Tras la actuación de Graveyard, estaba previsto un show de coches clásicos americanos, imponentes a decir verdad. Lo que no estaba previsto es que acto seguido se empalmara el show de motos que debería haber tenido lugar entre la actuación de Black Star Riders y Glenn Hughes. Suponemos que se hizo para ganar tiempo en el escenario, donde – como fue evidente durante la actuación de BSR – había problemas de sonido. El caso es que se provocó un poco de caos ya que se interrumpió el show de motos poco antes de su finalización para dar paso a la correspondiente actuación, algo que tampoco tuvo lugar inmediatamente porque los problemas no se habían solucionado. Black Star Riders decidieron salir a escena sin que se hubieran solventado los problemas técnicos, lo cual incidió negativamente en un show que por otra parte se vio reducido en su duración ostensiblemente para que no se descuadrará más todavía el horario previsto. Nacidos de las cenizas de Thin Lizzy, la banda liderada por el vocalista Ricky Warwick interpretó varios temas de su reciente discografía, pero los más coreados, sin duda, fueron los clásicos de Thin Lizzy «Jailbreak» y «The Boys Are Back In Town». Una lástima para el buen número de seguidores de la banda que esperaba su actuación, que la misma se tuviera que ver recortada drásticamente por los problemas técnicos.

Tras los Black Star Riders y la consiguiente finalización del concurso custom interrumpido anteriormente, llegaba el momento del plato fuerte de la jornada del sábado. Con el horario previsto ya recuperado, saltó a escena el incombustible Glenn Hughes. Rodeado de su banda y de un telón de fondo con clara estética hippie, esta leyenda viva del rock británico y universal, interpretó, tal y como estaba anunciado, un repertorio centrado en la etapa de Deep Purple en la que el bajista y vocalista lideraba una banda que se asentó como una de las referencias del hard rock. Comenzó con «Stormbringer», «Might Just Take Your Life» y «Sail Away»;  temas con mucho flow en los que demostró por qué se le considera una de las grandes voces de la historia del rock. Sin embargo, no parecía a gusto con el sonido que percibía en el escenario, haciendo continuos gestos hacia los técnicos de sonido con los que departió en varias ocasiones. Algo que contrasta con el sonido impoluto que percibíamos los asistentes al evento desde fuera. Un punto negativo en su actuación, al menos para muchos de los presentes, fue el hecho de que se retirara tres veces del escenario para dejar que en cada una de las veces, el teclista primero, el guitarrista después, y por último el batería, hicieran sendos solos con sus instrumentos, desperdiciando así unos veinte minutos de actuación entre todos. Sin embargo, parece que todo se olvida cuando suenan temas como el archiconocido «Smoke On The water» o los «Highway Star» y «Burn» con los que la banda liderada por Hughes cerró una actuación de casi dos horas de duración, dedicada especialmente a los más nostálgicos.

A las 00:40 saltaron al escenario Gun. A esas alturas de la noche, quizá no era el momento más apropiado para colocar una actuación como la de los escoceses, cuya base mayoritaria de fans ya tiene una edad, pero la verdad es que aguantaron el tirón y corearon con entusiasmo el repertorio de una banda que practica un AOR que aunque dista bastante de situarse entre mis estilos predilectos, la verdad es que sonó como un tiro. Fue una de las actuaciones con mejor sonido de todo el fin de semana. La actitud de su vocalista Dante Gizzi, interactuando constantemente con el público y esforzándose por decir unas palabras en castellano fue muy de agradecer. Canciones como «Inside Out», «Don’t Say It’s Over» o la versión de Cameo «Word Up» son de indudable pegada, pero uno de los mejores momentos fue cuando interpretaron una balada cuyo título desconozco en el último tramo de su actuación. Buenas sensaciones.

Y el broche final a esa segunda edición del Garage Sound Festival vino de la mano de Imperial State Electric. Con algunos minutos de retraso, hizo su aparición en el escenario el cuarteto sueco liderado por Nicke Andersson, esa máquina de hacer rock & roll que nunca falla en directo, como tampoco lo hacen los secuaces de los que se ha rodeado para formar esta banda que no deja títere con cabeza. Lo que sí falló, una vez más, fue el sonido. En este caso el de las voces. Bien es cierto que la guitarra del bueno de Andersson sonaba con una potencia exagerada que tapaba un poco al resto de sus compañeros, pero el principal déficit lo sufrieron los micrófonos. Se puede decir que vivimos un gran concierto de rock & roll instrumental, eso sí. La falta de voz de este grupo coral deslució pelotazos como “It Ain’t What You Think (It’s What You Do)» o «Deja Vu», y lo mismo ocurrió cuando corrieron los puestos en el combo para que el bajista, Dolf de Borst, cantara «Reptile Brain». Una lástima, y es que la actuación de los suecos era la más esperada por mi parte, y también por la de un buen número de seguidores que aguantaron hasta casi las 2:30 apostándose en las primeras filas para poder ver de cerca a la banda. Para «despedirse» y clausurar el festival, homenajearon a ZZ Top con “Beer Drinker & Hell Raisers” para la cual contaron con Johanna Sadonis – pareja de Nick Royale (alias de Andersson) en Lucifer, y parece que también fuera de los escenarios – como vocalista invitada para darle la réplica. En realidad, fue la única a la que se escuchó correctamente. Su esfuerzo le costó… 

Pues así transcurrió un fin de semana en el que pudimos disfrutar de un festival diferente. El Garage Sound apuesta por aunar la pasión por el rock & roll y el motor, y el resultado es notable. Un buen cartel y muy buenas intenciones. A poco que mejoren algunos detalles logísticos (estaría bien colocar césped artificial para evitar que se embarre el piso donde se concentran los asistentes, así como mejorar la oferta gastronómica) y minimicen los problemas de sonido, que a cualquiera le pueden suceder en un momento dado, éste se puede convertir en un festival de referencia a nivel nacional. A decir verdad, para muchos rockeros ya lo es.

No te pierdas nuestra completísima galería fotográfica de la jornada del sábado

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Fundador y director de Rock4Spain. Esposo y padre de dos. Funcionario del rock & roll. Tras aparcar sus proyectos musicales propios y con la experiencia que le dan varios años de colaboración como redactor en cylcultural.org decide lanzarse a esta empresa.

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