Dos festivales en uno. Eso es lo que vivimos el último fin de semana de abril en un evento que aúna las tendencias urbanas del MulaFest con el motor y el rock & roll, banderas del Garage Sound que este año cumplía su tercera edición. Celebrándose ambos en Madrid (o casi, porque a decir verdad, el Garage Sound tuvo lugar en Rivas Vaciamadrid los años anteriores) era cuestión de tiempo que sus caminos se cruzaran y acabaran sincronizándose, unificando sus propuestas en un solo evento. Así ha sido, y a tenor de la respuesta del público, parece que la decisión ha sido todo un éxito.
Coches y motos expuestos son el reclamo visual más impactante que uno se encuentra en los pabellones 1 y 3 de IFEMA que albergan el evento. Otro de los grandes reclamos es la Madrid Tattoo Convention, en la que participan más de sesenta tatuadores a los que el público podía acudir bajo cita previa. En lo que a la oferta musical se refiere, vivimos dos jornadas (acudir a la del domingo nos resultó imposible) en las que el rock, en multitud de sus variantes, fue el protagonista. Especialmente el rock nacional, y es que este año la organización del Garage Sound, a diferencia de las ediciones precedentes, ha apostado por un cartel donde los grupos españoles ocupaban los puestos más relevantes.
En la jornada del viernes comenzamos a calentar motores con la actuación de Diavlo. La banda conocida principalmente por tener en sus filas a Jesús Antúnez (batería de Dover) presentaba su disco debut «Diferente» con temas como «Sol De Invierno», «Fugaz», «Diablo» o «Paraíso» en un concierto animado aunque con muy poco público. Una propuesta interesante muy en la línea de Queens Of The Stone Age.
Los siguientes en hacer aparición sobre el enorme escenario del Garage Sound – Mulafest fueron los valencianos Uzzhuaïa. Que a una banda de este calibre le toque actuar a las 19:00 es algo dificilmente comprensible pero no entraremos en eso ya que daría para un largo debate. El caso es que les tocó tocar (valga la redundancia) ante muy poco público, pero eso no es algo que les achante. Después de casi cinco años de inactividad, la banda regresó a los escenarios el pasado otoño para homenajear a «Destino Perdición» en su décimo aniversario, y debido a la gran aceptación que tuvo aquella mini-gira con sold out en casi todas sus fechas, y ya que habían vuelto a engrasar la maquinaria, decidieron hacer algunos conciertos más en festivales este año. El primero de ellos era éste y arrasaron con clásicos como «Baja California», «Santos y Diablos» o «13 Veces Por Minuto»; también participarán en agosto en el Leyendas Del Rock y seguro que alguno más cae, al menos yo, si fuera programador de algún festival realmente rockero, los contrataría sin dudarlo, y es que Uzzhuaïa son una apuesta segura. Con un público entregado finalizaron su actuación con la energía desbordante que rezuma temas como «Desde Septiembre» y «Nuestra Revolución».
Arizona Baby era la propuesta más calmada de la jornada, o cuanto menos, la más diferente. El power trío acústico vino a presentar su último disco, «Sonora», en el que continúan explorando los límites del folk y el rock sureño con su particular puesta en escena. Su viaje desértico y lisérgico arrancó con «The Truth» y tras pasar por estaciones como «Walking Contradiction» o la nostálgica «Videotapes» uno de los grandes momentos llegó cuando en «If I Could» fueron bajando el volumen progresivamente con el solo de guitarra del virtuoso Sr. Marrón para después, animado por Javier Vielba y su público, y acompañado por el redoble de batería de Guillermo Aragón, ir aumentando de nuevo la intensidad hasta llegar al clímax. El público estaba rendido a los encantos musicales del combo vallisoletano y el pabellón acabó explotando al ritmo de «Make Believe» y su archiconocido «Shiralee» con el que cerraron su actuación.
El turno del rock urbano llegaba de la mano de Sínkope. La banda originaria de la comarca de La Serena (Badajoz) sigue creciendo al rebufo de Extremoduro, la eterna comparación, y aunque no llegue al estatus de la banda liderada por Robe Iniesta, éstos se han ido ganando una pequeña legión de fans que esperan sus directos como agua de mayo. Enlazaron al principio varias canciones pertenecientes a «Adicción Limitada» (su nuevo álbum publicado recientemente) como «Y Me Da Mucha Rabia» o «Los Bichos Que Alimento», pero fue con su clásico «Humo De Contrabando» con la que el público se vino definitivamente arriba. Entre canción y canción, Vito Íñiguez comenta que «La droga no es peligrosa por ser droga, sino por estar prohibida», así como otro alegato, en este caso contra la violencia de género, previo a «Matar Se Me Olvida». La balada «Le Voy A Cobrar A Tus Labios Tus Miradas» emocionó a muchos y sirvió para bajar las revoluciones a una actuación que acabó por todo lo alto con «A Merded De Las Horas» y «Tarros De Miel».
Y acercándonos a la media noche, la hora de las brujas, era el momento de los esperados Mägo De Oz. Con una puesta en escena post-apocalíptica que transmite un ambiente más moderno que el que sugiere su música arrancaron con la intro «Jerusalem D.C.» y «El Libro De Las Sombras». Ahora sí que la zona cercana al escenario está abarrotada de público, un público que pudo disfrutar, además de la música, de los medios audiovisuales y los efectos especiales (principalmente chispas y humo líquido) con los que nos obsequiaron. Gracias al gran tamaño del escenario, todos los músicos pudieron ocupar su espacio sin estorbarse, algo que con tanta gente no siempre es fácil. Zeta comparte voces con Patricia Tapia en «El Pacto», demostrando la buena química que hay entre ellos. La propia cantante interpreta tan solo con el acompañamiento del teclista «Opera Mortis» demostrando su versatilidad. «Hoy Toca Ser Feliz”, muy aplaudida, y «Hasta Que El Cuerpo Aguante” desataron la locura de un público que se nota que tiene un cariño especial por «Finisterra», así como por otras canciones de la época de José Andrea. Presenciamos también el pico entre Zeta y Josema, el flautista, para dar inicio a «El Que Quiera Entender Que Entienda». Para el tramo final, Mägo se reservó la artillería pesada. Empalmaron “La Posada De Los Muertos” y “Molinos De Viento” para abandonar el escenario y hacer la típica pausa para los bises. Éstos arrancaron con “La Cantiga De Las Brujas”, uno de los temas con más vocación de single de «Ira Dei» para la cual contaron con la colaboración de Diva Satánica para las voces guturales. Y ahora sí, remataron con “La Costa Del Silencio” y la pachanguera “Fiesta Pagana” que pusieron el broche de oro a su actuación entre una explosión de confeti multicolor.
Reportaje fotográfico de la jornada del viernes.
La jornada del sábado contaba también con un buen surtido de grupos entre los que se encontraban clásicos de nuestro rock, bandas emergentes y algunas propuestas extranjeras de gran nivel. Llegamos al recinto precisamente cuando Jared James Nichols y su banda se encontraban desplegando su arsenal de blues-rock de alto voltaje. El trío norteamericano sorprendió a propios y extraños con una actuación impecable en la que destacó especialmente la faceta de guitarrista de Nichols y su destreza para tocar la guitarra eléctrica sin púa. Escoltado por Dennis Holm a la batería y Ronnie Elvis James al bajo, este doble de Thor interpretó temas potentes y directos como «Last Chance» y otros más reposados y emotivos como «Nails In My Coffin» entre bromas con el público, atreviéndose con algunas palabras en español, y pidiendo colaboración para el estribillo de «Can You Feel It?». Un show sobresaliente que cerró con «End Of Time» y «Run», dejando un gran sabor de boca entre sus fans y entre los que, como yo, le descubríamos en esta actuación.
A las 21:00 era el turno de La Fuga. La banda de origen cántabro arrancó sin concesiones con «Jaleo» y «En Vela». En su repertorio hubo tiempo para presentar temas de su último disco «Humo Y Cristales» como el que da título al álbum o «Banderas», y también para otros temas de su repertorio reciente como «Maldita» para la cual nos sorprendieron con la colaboración de Kutxi Romero de Marea que cantó el tema a dúo con Pedro, pero lo que está claro es que los temas que vuelven loco al personal son los de su primera etapa. Tienen temazos imbatibles como «Majareta» o «Buscando En La Basura» que ya pueden ser considerados clásicos de nuestro rock, y es con ellos con los que los fans de la banda en sus inicios disfrutamos de lo lindo. A mitad de actuación se pusieron flamencos para preparar una intro para «Baja Por Diversión» a la vez que iba tomando forma la luna hinchable que se erigió en ese momento en la parte izquierda del escenario, desde la posición del público. Uno de los grandes momentos de la actuación junto al cierre de la misma con un «P’aquí P’allá» al que acompañaron con cañonazos de confeti.
A las 22:30 sonaba por megafonía el “I love Rock & Roll” de Joan Jett y eso solo podía significar que llegaba el momento de Tarque. El vocalista de M Clan continúa presentando su primer disco en solitario junto a su banda, la que él llama la asociación del riff y que está compuesta ni más ni menos que por Coki Giménez a la batería, Chapo González al bajo y el incombustible Carlos Raya a la guitarra. De un proyecto liderado por uno de los mejores cantantes y uno de los mejores guitarristas de nuestro país solo cabe esperar la excelencia. Así lo han demostrado en «Tarque», y así lo hacen cada vez que se suben a un escenario. Desde la inicial «Ahora Y En La Hora» hasta la final “Donde Nace El R N’ R”, el cuarteto nos regaló una hora y cuarto del mejor rock & roll. Además de los magníficos temas de su debut en solitario entre los que podríamos destacar «Heartbreaker» y «Lobo Solitario», se despacharon varias versiones que hicieron las delicias del personal. Un clásico de sus repertorios es ya su adaptación al castellano del “Evil” de Cactus bajo el título de «Peligro», y lo mismo podríamos decir de «Perdido En La Ciudad» de M Clan, pero la que podría considerarse la gran sorpresa fue la versión del «Come Together» de los Beatles en un rollo casi stoner donde el bajo era realmente atronador. Difícil es superar a la original pero aquí Carlos Tarque y los suyos, a mi juicio, lo consiguieron con creces.
Y llegó el momento de los cabezas de cartel de la jornada del sábado, unos Sôber que volvió a quedar demostrado que sí son profetas en su tierra. Sorprendió la entrada de Carlos Escobedo en el escenario a lomos de una espectacular motocicleta, su otra gran pasión. Después de la gira de conciertos con diferentes orquestas que han estado haciendo por todo el territorio nacional para presentar su último trabajo «La Sinfonía Del Paradÿsso», se notaba que el cuarteto madrileño estaba con ganas de soltarse la melena (ruego se me acepte la broma) y hacer un repaso a su discografía en su versión más cruda, directa y metalera. Arrancaron con «Sombras» para después hacer que la sala entrara en erupción con «Vulcano». Como es lógico, los temas de «Paradÿsso» son los que tienen ahora más frescos, y por ello incluyeron varios como «Animal», «Lejos» o «Mis Cenizas» en su set, pero lo que me sorprendió gratamente es que tocaran temas más antiguos y menos habituales como «La Prisión Del Placer», «Oxígeno» y «Cubos», y por la reacción del público, se ve que no soy el único. La actuación se nos estaba pasando volando entre saltos, headbanging y la complicidad del vocalista con unos fans entregados tanto en los momentos de electricidad como en «Umbilical», como cuando tocaba ponerse tiernos con «Náufrago». Con «El Hombre De Hielo» se retiraron del escenario para dejarnos tomar aire de cara a unos bises apoteósicos que arrancaron con los clásicos «Diez Años» y «Loco». Hasta aquí, lo previsible, pero el desconcertante fin de fiesta llegó con la versión del «We’re Not Gonna Take It» de Twisted Sister para el que contaron con la colaboración vocal de Carlos Tarque, Pedro de La Fuga y Kutxi Romero de Marea que subieron al escenario para poner el broche final a la espectacular segunda jornada del festival.
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