La noche del pasado domingo 17 tenía todos los ingredientes para ser épica: todo vendido desde hace meses, una larga cola de fans en la calle ansiosos por ver a una banda única que hace siglos que no visita nuestro país (si exceptuamos su paso testimonial por el Download 18), frío y lluvia a raudales. Pero eso era fuera, antes de abrirse las puertas de la sala Cool madrileña; dentro el ambiente era de lo más cálido y muchos estábamos a punto de cumplir un sueño…
Todo el evento se desarrolló con puntualidad británica y por lo tanto a las 20:00, tal y como estaba anunciado, hizo su aparición en el escenario el grupo encargado de abrir la velada que, precisamente, tiene su base de operaciones en Londres: Petrol Girls. Un cuarteto punkarra 50% femenino y 50% masculino cuyo show es 50% música y 50% mitin. Eso es, grosso modo, un resumen sencillo de lo que fue su media hora sobre el escenario. Hubo parte del público que disfrutó con su actuación, incluso algunos pocos se sabían las canciones y eso está bien, tiene que haber de todo en la viña del Señor, pero muchos nos preguntamos si no había otros grupos que encajaran más con la música de Thrice para servirles de teloneros. Teniendo en cuenta que en toda la gira europea con quien han compartido cartel es con Refused, pues hombre, las comparaciones son odiosas. Habría muchos grupos españoles del estilo que son bandas emergentes que hubieran cumplido mejor con el papel y hubieran agradecido enormemente la oportunidad de abrir para una banda como la de Irvine pero bueno, eso ya es harina de otro costal.
A medida que se acercaban las 21:00, hora de comienzo de la actuación de Thrice, los nervios iban en aumento. Se les esperaba con ganas y la sala abarrotada, que a todas luces se les quedó pequeña, era buena muestra de ello. Ya han anunciado que volverán en 2021, después de publicar un nuevo disco, así que es de esperar que lo hagan en un recinto de mayor aforo, acorde a una banda de su nivel. Saltaron a la palestra con parsimonia y con una iluminación de lo más efectiva y efectista para hacernos entrar en calor con «Only Us», abriendo del mismo modo que lo hace su último disco de estudio «Palms». Una buena toma de contacto antes de que la sala se viniera abajo… «we’re more than carbon and chemicals!» y la réplica gritando «we are the image of the invisible!», y así contestando a cada una de las frases de Dustin Kensrue en las estrofas, ¡tremendo!. Disfruté como un chiquillo dejándome la voz en este temazo. Tampoco le fue a la zaga «Silhouette» donde aparecieron algunos pogos, o al menos eso sentí a mis espaldas… Thrice es un grupo superlativo, eso lo sabemos todos los que hemos escuchado sus discos, pero también pudimos comprobar que su directo está al mismo nivel de excelencia. Sin tiempo para charletas – no les hace falta – Dustin y los suyos nos deleitaron con veinte canciones que sonaron casi sin parones durante una hora y media que, eso sí, a todos se nos hizo muy corta. «Just Breathe» bajaba las revoluciones con elegancia, pero éstas se recuperaron rápidamente con «Yellow Belly», la única parada en su «Major-Minor» que para mi gusto estuvo muy infrarrepresentado. Pero para poco representado, el serial de «Alchemy Index» del que solo cayó una brutal «The Arsonist» que, por otra parte, estoy seguro de que no era la que la mayoría hubiéramos esperado. Está claro que para ellos mismos tiene que ser dificilísimo configurar un set-list, cuentan con diez discos de estudio y varios EPs a sus espaldas por lo que yo ya era consciente de que varios de mis temas favoritos se iban a quedar fuera pero si dentro de su inacabable lista de temazos no estuvieron todos los que son, sí que eran todos los que estuvieron. La emotividad de «Of Dust And Nations» con los fulgurantes tapping licks de Teppei Teranishi volvían loco al personal y la melódica y profunda «At The Last» nos mantenía bien arriba de cara a una de las sorpresas de la noche, la canción que da título a su flamante EP «Deeper Wells» que tiene ese aroma hardcore de sus inicios, y claro, ya que habían metido la directa era el momento de un «The Artist In The Ambulance» que nos llevó al éxtasis. «Hurricane» suponía la primera parada en «To Be Everywhere Is To Be Nowhere», el disco con el que regresaron de su hiato hace tres años, y fue muy bien recibida con el público coreando el riff inicial, aunque eso sí, nada comparable a la locura generalizada que desató «Stare At The Sun» que cayó inmediatamente después.
Aunque Kensrue haya sido pastor, su rebaño no lo sigue por sus homilías sino por lo que trasmite su música. Thrice son sobrios en las maneras y parcos en la interacción con el público pero es que sus canciones hablan por sí mismas y no necesitan más para transmitirnos una emoción que por momentos se desbordaba entre los asistentes. «Red Sky» es otra buena muestra de ello, lástima que su tour de 15º aniversario de «Vheissu» no vaya a pasar por aquí el año que viene, al menos de momento, aunque aquel álbum sí que estuvo bien representado en el set. El sonido era impoluto y no querría dejar escapar la gran labor de la base rítmica impuesta por los hermanos Breckenridge que en temas como «Doublespeak» les permite lucirse sobremanera. Es complicado destacar unos momentos sobre otros en una actuación tan redonda, pero creo que «Black Honey» e «In Exile» tocadas casi del tirón para encarar la fase final del bolo es uno de los momentos álgidos sin discusión. «The Window» y otro clásico como «The Earth Will Shake» fueron las elegidas para retirarse del escenario poco antes de regresar con los bises, sin hacerse de rogar demasiado, que fueron cuanto menos sorprendentes. Tan solo dos canciones, siete minutos perfectamente tasados en su pormenorizado set-list para tocar los dos palos más extremos de su repertorio. De entrada «Deadbolt», la canción más antigua del repertorio escogido y una de las más frenéticas, y de salida la suave «Beyond The Pines» que echó el cierre de forma magistral con Dustin Kensrue entonando la última estrofa tan solo acompañado de su guitarra, al igual que lo hace en su último disco de estudio, logrando así cerrar el círculo virtuoso de una actuación que se nos pasó volando; con lo larga que ha sido la espera hasta tenerlos por estos lares, un par de horitas hubiera estado bien (y así habrían entrado canciones como «Promises», «Come All You Weary» o «Beggars», por citar solo algunas de las más emblemáticas que se dejaron en el tintero), pero bueno, eran las 22:30 de un domingo y tampoco está mal para recogerse, que el día siguiente es laboral y se presenta duro, aunque con el recuerdo del conciertazo de Thrice en la mente el lunes se lleva mucho mejor.
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