El próximo lunes se cumplen 50 años del fallecimiento de «Sister» Rosetta Tharpe, la conocida como la madrina del rock n’ roll. ¿Conocida? Nunca lo suficiente, por eso vamos a reivindicarla en el temazo del fin de semana.
Rosetta Nubin nació en Cotton Plant (Arkansas) el 20 de marzo de 1915. Sus padres trabajaban en una plantación de algodón, pero cuando tenía 6 años se mudaron a Chicago y allí la niña se unió a la Iglesia de Dios en Cristo, donde se empapó de música góspel. Era una iglesia fundada en 1897 por Charles Harrison Mason, un obispo pentecostal negro, que fomentaba la expresión musical permitiendo que las mujeres cantaran y enseñaran en la iglesia. Comenzó a tocar la guitarra y a experimentar con sonidos eléctricos y técnicas propias del blues, que combinados con el estilo de canción góspel constituirían su sello más distintivo años más tarde. Su nombre ya se empezó a hacer popular en sus años de adolescencia y cientos de personas asistieron a su boda con el pastor Thomas Thorpe en 1934 solo para oírla cantar. A pesar de divorciarse tan solo cuatro años después, mantuvo el apellido como nombre artístico, cambiándole una «a»: Tharpe, y lo usó durante toda su vida a pesar de haberse casado varias veces. Su vida sentimental daría para un extenso artículo aparte, pero eso es harina de otro costal. Lo que sí vamos a apuntar es que ella sí que fue una mujer que rompió barreras y «techos de cristal». Y sin necesidad de subvenciones… Se instaló con su madre en Nueva York tras el divorcio y su éxito creció como la espuma. Firmó con la discográfica Decca y comenzó a tocar en el Cotton Club con la orquesta de Lucky Millinder. En octubre del 38 grabó «Rock Me», que está considerada como la primera grabación de rock and roll de la historia, y en 1945 entró en la lista de la revista Billboard con «Strange Things Happening Every Day», el primer single góspel en hacerlo. En los 50′ su popularidad iría bajando a la vez que irrumpían las nuevas figuras del rock and roll – estas sí, conocidas por todo el mundo – como Chuck Berry, Elvis Presley, Johnny Cash o Jerry Lee Lewis. Eso en Estados Unidos porque en Europa, su fama e influencia se mantenían y alcanzaron su punto álgido en 1964, año en que tuvo lugar el famoso concierto en la estación de tren de Manchester, que formó parte del televisivo «The Blues And Gospel Train», en la que además de Rosetta tocaron otros grandes del blues como Muddy Waters o Brownie McGhee. Entre el público estaban Keith Richards y Jeff Beck, y fue en parte gracias a ellos que el estilo de Rosetta llegó a las jóvenes bandas británicas. De aquel show hemos rescatado este genial «Didn’t It Rain?» en el que se observa su maestría con el fingerpicking, además de su torrente de voz. Pese a todo, Rosetta estaba cada vez más deprimida porque su madre, con quien siempre le había unido una relación muy especial, había fallecido poco antes, y sus problemas asociados con la diabetes se habían intensificando. En 1970, durante una gira en Europa con Muddy Waters, enfermó y tuvo que volver a Estados Unidos, donde se le amputó una pierna. Aunque no dejó de actuar, finalmente murió el 9 de octubre de 1973 en Filadelfia a la edad de 59 años, pero su legado aún pervive en la actualidad. Una actualidad decadente donde el «empoderamiento» significa dar la nota con cualquier gilipollez para que se hable de ti en lugar de esforzarse y trabajar para demostrar tu valía sin tener que deberle nada a nadie. Claro, que para eso hace falta tener talento…
¡Feliz fin de semana!
«Sister Rosetta Tharpe» en 1964
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