DeWolff han vuelto a la palestra, y esta vez se muestran más retro, más compactos y más desnudos (musicalmente hablando) que nunca. Sin batería, sin Hammond y sin amplificadores de guitarra, presentan su nuevo disco «Tascam Tapes». Escrito, interpretado y grabado mientras estaban de gira por menos de 50 euros, se han propuesto que suene como si hubiera tenido un presupuesto de un millón de dólares. Al menos así lo indican en la portada. ¿Pretencioso? Puede, pero la verdad es que se puede decir que han salido más que airosos de esta loca aventura con un disco fresco y desinhibido.
Como una auténtica ida de olla podríamos calificar este nuevo álbum del trío holandés que salió a la venta el pasado 10 de enero a través de Mascot Records. Se fraguó en su última y extensa gira en la que de repente les llegó la inspiración y quisieron dejarla plasmada de la forma más clásica y orgánica posible. Usaron una Tascam Porta Two (una grabadora de cassette de cuatro pistas de la década de los 80) para grabar en pequeños espacios como la parte trasera de su furgoneta o en algún pequeño backstage; en realidad daba igual el lugar, tan solo querían dejarse llevar… El único equipo que utilizaron fue un sampler con algunos ritmos de batería raros y muestras de funk cargados por Luka Van De Poel, un sintetizador a pilas y una guitarra, todos ellos conectados directamente a la grabadora. Según explica su vocalista Pablo Van De Poel, “El primer día de la gira, la Tascam se averió. En realidad, se descompuso todo el tiempo, pero nuestro técnico de sonido De Das pudo arreglarlo cada vez usando cualquier material disponible (cinta adhesiva, gomas, palillos, etc.). Incluso compramos una segunda Tascam en España, pero su estado era aún peor, así que la usamos para piezas de recambio y nos quedamos con la original que compré hace 10 años por 50 dólares”, de ahí el título, toda una aventura sonora que no se reduce solo a los medios empleados sino a las canciones que han querido plasmar a lo largo de estos doce cortes que componen «Tascam Tapes». Arrancan con el brevísimo «Northpole Blues» que marca la hoja de ruta del álbum. Comienza como un pesado blues de rollo Led Zeppelin hasta que en el último tercio vira hacia un extraño colapso psicodélico. «Blood Meridian I» es pegadizo a más no poder y pone sobre la mesa ese alma soul-rock que recuerda a The Black Keys (influencia que, por otra parte, percibimos en bastantes momentos del álbum) y con «It Ain’t Easy» nos muestran su lado más funky. «Rain» es uno de los temas más elegantes de «Tascam Tapes», una especie de balada que coquetea con el jazz y demuestra una clase fuera de normal, sobre todo teniendo en cuenta como se ha concebido. «Made It To 27» se mueve por unos derroteros de rock sureño que nos hacen imaginarlos como los perfectos teloneros de los Eagles para un bolo de los años 70′. Está claro que los holandeses han nacido en la tierra y la época equivocada ¿pero qué más da? «Nothing’s Changing» nos descerraja en dos minutos un corte soul directo con unos juegos vocales más propios de finales de los ochenta. Ese rollo casi discotequero lo mantienen en «Let It Fly», aunque con algo menos de inspiración hay que decir. Encarando el tramo final, «Blood Meridian II» es uno de los temas más destacados. Regresan aquí a los riffs zeppelianos sobre un ritmo rústico pero efectivo creado por esa caja de ritmos que han utilizado, haciendo así de la necesidad virtud. Rock psicodélico en todo su apoegeo que prosigue con «Awesomeness Of Love», aunque aquí con más protagonismo de la base electrónica; fue la primera canción que grabaron en la gira, en territorio francés, detrás del escenario de Krakatoa en Mérignac, aunque las voces se grabaron en un viaje de adrenalina total instantes después del show que dieron en Ubu, Rennes. Vaya odisea… «Love Is Such A Waste» sigue con la estela de blues sucio con vocación funk y soul que encajaría en una banda sonora de Tarantino, y del cual destacaría el solo final de guitarra, simplemente mágico. «Am I Losing My Mind» baja el ritmo y nos embelesa haciéndonos creer que el final del viaje va a ser dulce y apacible, nada más lejos de la realidad ya que el último tema está diseñado para bailar sin parar. «Life In A Fish Tank» se grabó detrás del escenario del Zeche Karl en Essen (Alemania) con su amigo Arthur Akkermans, cantante de los alemanes The Grand East, a la armónica; eso le da el toque diferencial a un corte animado que transmite muy buen rollo y que nos deja con ganas de más, de mucho más. ¡Bravo por ellos!
DeWolff (Robin Piso, Luka Van De Poel & Pablo Van De Poel)
Lo mejor: La osadía de crear un disco así en pleno 2020. La locura y la calidad se dan la mano en «Tascam Tapes», algo que es mucho menos habitual de lo que parece.
Lo peor: Lo extemporáneo de este disco es tanto su mayor fortaleza (a nivel creativo) como su mayor debilidad (a nivel comercial)
Fundador y director de Rock4Spain.
Esposo y padre de dos.
Funcionario del rock & roll.
Tras aparcar sus proyectos musicales propios y con la experiencia que le dan varios años de colaboración como redactor en cylcultural.org decide lanzarse a esta empresa.
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