Un nuevo disco de Toundra siempre es una buena noticia, ya sea en su versión «convencional» o en los proyectos paralelos como aquel llamado Exquirla junto a Niño De Elche o el más reciente «Das Cabinet Des Dr. Caligari», disco en el cual el cuarteto creaba una banda sonora acorde al siglo XXI para el clásico del cine expresionista alemán «El Gabinete Del Doctor Caligari». En este caso, la buena nueva llega desde la primera de ellas con «Hex», una clara alusión al número seis, siguiendo con aquellas referencias numéricas en los títulos de los discos de sonido más puramente Toundra. Un disco de una banda en constante movimiento y con identidad propia que puede presumir de ser una de las más respetadas de la escena nacional, incluso europea. Poco podían imaginar nuestros protagonistas cuando actuaban en Madrid a finales de febrero de 2020 entre bromas del público con el tema del coronavirus que ya estaba entre nosotros la que se les/nos venía encima, y es que apenas quince días después de lanzar su – hasta ahora – último disco, las calles se vaciaban y su gira europea se suspendía. Toundra volvieron a sus hogares, esta vez divididos entre su Madrid natal y Asturias, donde el guitarrista Esteban Girón y el batería Álex Pérez se instalaron justo antes de estallar la pandemia. La distancia y la difícil situación no les hizo relajarse y quedarse de brazos cruzados y se montaron sus pequeños estudios caseros para poder crear y enviarse ideas de nuevas canciones hasta que en el verano de 2020 la banda comenzó a reunirse en Madrid de nuevo para revisar el material que se habían estado enviando. Siguieron trabajando en él hasta que un año después se desplazaron de nuevo a Sant Feliu de Guíxols (Gerona) para reencontrarse con Santi García, su productor de confianza, y grabar este nuevo trabajo tan ambicioso y arriesgado como de costumbre que salió definitivamente a la luz el pasado 14 de enero de nuevo de la mano de InsideOut Music.
«Hex» ya se nos presenta de una forma diferente a sus predecesores desde la portada, en la que por primera vez apuestan por una fotografía, obra del fotoperiodista y Premio Pulitzer Manu Brabo, en detrimento de sus ya tradicionales ilustraciones. También nos entregan este álbum de cuarenta y cinco minutos de duración dividido en dos partes: la cara A son las tres partes de «El Odio», acompañadas visualmente por el corto de Jorge Carbajales, y la cara B la componen los cuatro temas restantes, temas que distan mucho de ser un relleno o complemento, de hecho, a mi modo de ver, son los más interesantes del redondo. La cara A se nos expone como algo totalmente novedoso, una única canción de veintidós minutos de duración cuya inspiración ha sido el tránsito por la vida de un ser humano y de cómo el odio le ha llevado a sufrir en un mundo que sufre. Una composición dividida a su vez en tres partes para que pueda ser asumible comercialmente, lo cual puede que sea novedoso en ellos pero que es tan viejo como Ludwig van Beethoven. Y es que el caso es que aunque desde muchos sitios se nos venda el post-rock o el rock instrumental como un género alternativo cuasi futurista, yo sigo pensando que tiene más que ver con la música clásica que con otros estilos contemporáneos. Un lenguaje musical autónomo que no requiere de letra para transmitir mensajes y emociones y que encuentra en los mismos puntos tanto sus virtudes como sus defectos. Es un terreno propicio para el virtuosismo pero también genera que los músicos puedan encontrarse encorsetados. En definitiva, tenemos en «El Odio», en todas y cada una de las tres partes que lo componen, los elementos de todos conocidos por los fans de Toundra: constantes giros rítmicos, momentos de tensión y momentos de relajación, rabia y brío en contraste con calma y calidez cuando el momento lo requiere. La cara B por el contrario – sin desmarcarse en ningún momento de sus propias directrices y señas de identidad, eso vaya por delante – sí nos muestra más variedad. En «Ruinas» tenemos la versión más directa y roquera del combo con Esteban y «Macón» desatados con sus guitarras, un corte más continuista que los anteriores con lo que nos mostraron en «Vortex». «La Larga Marcha» parte de un brillante loop de guitarra muy en la línea de If These Trees Could Talk (los cuales, por cierto, a ver si sacan nuevo disco ya) para configurar un desarrollo arquetipo prog de lo más suculento. «Watt» cuenta con la peculiaridad de ser el primer tema que los cuatro músicos pusieron en común en el local para iniciar la composición de este disco, y en él nos someten a un vendaval de riffs marca de la casa aderezado por el saxo de Adrián Bauzó generando una atmósfera intensa y ciertamente disonante. Y así llegamos a «Fin», intencionado título para concluir el disco entre guitarras etéreas y ambientes electrónicos complementados con los sintetizadores de Javier Cosmea.
Toundra llevan ya tres lustros en esto y han cimentado una carrera sólida y, en muchos aspectos, envidiable. «Hex» es una nueva muesca en su revólver, un disco excelentemente producido que corrobora que es un grupo con personalidad propia y al que aún le quedan cosas por decir. No obstante, también cabe señalar que la capacidad de sorprender se va reduciendo con los años en un género tan constreñido como el suyo y que hay momentos en que la sensación de «esto ya lo he escuchado antes» se nos hace inevitable. De momento, disfrutemos. Es para ello.
Lo mejor: La capacidad de seguir siendo relevantes y referentes en su estilo pese a las circunstancias adversas.
Lo peor: Que la fórmula sea tan reconocible también le resta el factor sorpresa de sus inicios.
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