Los Zigarros (22 de febrero, Movistar Arena, Madrid)

Los Zigarros, ya sí que sí, juegan en otra liga. Después de lo vivido el pasado sábado no queda ninguna duda, y uno no sabe de si es para bien o para mal. Su último disco les ha hecho dar ese salto de popularidad necesario para llenar grandes recintos como el Movistar Arena, otrora WiZink Center. El Palacio de los Deportes de Madrid, vamos. Pero claro, ha sido a costa de sacrificar buena parte de sus señas de identidad, lo cual ha dividido a sus fans. Ahora bien, al César lo que es del César. Su directo en imbatible. Los Zigarros son una máquina de hacer rock n’ roll perfectamente engrasada, y la gente lo sabe. Por eso acude en masa a sus conciertos independientemente del disco que estén presentando, porque todos sabemos que en un concierto suyo vamos a disfrutar de lo lindo. Y también a recobrar la esperanza de que algún día sean grupos de rock n’ roll como ellos los que llenen arenas, en lugar de los que actualmente lo hacen y que me voy a abstener de calificar.

Madrid es una de sus plazas fuertes, seguramente la que más. El Movistar Arena estaba a reventar. Es cierto que no todo el pabellón, sino la pista y la parte baja de la grada del fondo, que es el aforo del que dispusieron, pero eso es mucha peña para un grupo de rock nacional con poco más de una década de trayectoria como banda. Y además, no les hizo falta conformar un gran cartel con otros artistas para sumar afluencia de distintos públicos; ellos solos se bastan para llenar el recinto en este concierto englobado dentro del «festival de invierno» Inverfest. En realidad sí que hubo otros artistas, una vaina de colaboraciones que luego desgranaremos, pero que no creo que hayan aportado nada para sumar más fieles a la ceremonia que nos ofrecieron los valencianos. Con Ovidi y sus tirantes al frente, que solo le faltaba que fueran blancos también para parecer Alex DeLarge («La Naranja Mecánica»), comenzaron el show tocando «Aullando En El Desierto» para rápidamente subir las revoluciones con la versión de «Mis Amigos» de los Flying Rebollos y «Con Sólo Un Movimiento», ambas pertenecientes a «Apaga La Radio», y caldear definitivamente el ambiente con un clásico entre sus clásicos como «Cayendo Por El Agujero». 

Ahí llegó el momento en el que los fotógrafos teníamos que abandonar no solo el foso, sino el recinto, para dejar nuestros equipos en la taquilla del pabellón, por lo que no podemos mostrar fotos del resto del concierto (los artistas que colaboraron no los vais a ver). Y lo hicimos al ritmo de «Odiar Me Gusta», un temazo que deja claro que odiar no es delito, aunque algunos se empeñen. Cuando regresé, esta vez a la pista, vi al cuarteto acompañado de Niña Coyote Eta Chica Tornado interpretando «Malas Decisiones». ¡Cómo me gusta ese tema!. Y vuelta a los clásicos con «Resaca» y «Voy A Bailar Encima De Ti», que tocaron empalmadas haciendo las delicias de todos los asistentes.

Menos mal que el escenario era lo suficientemente grande para albergar a tanta gente, porque de otro modo hubiera sido imposible hacer hueco sobre las tablas para que Leiva (aquí en la batería con el logo del grupo Gran Cañón en el que el ex-Pereza compartía banda con Carlos Tarque, sus escuderos antaño en M Clan, Prisco y Chapo, el propio Ovidi y Julián Maeso), Juancho de Sidecars a la voz y guitarra, César Pop a los teclados y el coro góspel (pues eso, a los coros) tocaran temas de su último disco. Bueno, y del EP «Directo Desde Estudio Uno» en el que todos ellos participan. A saber: «Rock Rápido», «Casarme Contigo» (con Álvaro desenfundando su guitarra de doble mástil), «No Pain No Gain» y «Como Quisiera». Y tras este set, la colaboración más bizarra de la noche. Uno de los pioneros del rap español como es SHO-HAI, conocido sobre todo por ser miembro de los icónicos Violadores Del Verso, rapeando en «No Sé Lo Que Me Pasa», a la que dieron un toque aún más funky para la ocasión. Otra colaboración anunciada era la de Nina de Juan de Morgan, y esta hizo su aparición para cantar a dúo la balada «Barcelona» después de que el combo hubiera recuperado previamente su alineación de cuarteto puro y duro para la popera «Por Fin».

El extenso tramo dedicado a «Acantilados» iba a finalizar con la – digamos – controvertida «100.000 Bolas De Cristal», la cual daría paso a la colaboración más esperada de la noche, aunque solo fuera por el morbo. Maika Makovski subió a las tablas dando paso a la exaltación del amor con su beso prolongado a Ovidi antes de interpretar un «Desde Que Ya No Eres Mía» que no es que sea muy romántico, precisamente. Le dieron un toque psicodélico con la voz de Maika haciendo los coros del estribillo, que parecía imitar el sonido de un theremín, enfundada en un outfit difícil de describir, lo cual dejo para si se quiere animar algún asistente que esté leyendo esta crónica. Nos aproximábamos al final de la velada, y por lo tanto, a lo mejor de la misma. Porque no nos engañemos, puede que hayan enganchado a nuevos fans con este último trabajo, pero son los tres anteriores, especialmente el inconmensurable «A Todo Que Sí», los que han cimentado su carrera, y me atrevería a decir, que su leyenda. Los temas nuevos se reciben bien, algunos mejor que otros, pero es en clásicos como el que da titulo a aquel disco de 2016 donde se desata la euforia. Y para que no decaiga te hacen una especie de medley entre «Dispárame» y el «My Generation» de The Who que te deja ojiplático. Unos diez minutos frenéticos que preceden a los bises.

No abandonaron el escenario por mucho tiempo y volvieron al ralentí, haciendo entre Adrián Ribes, Natxo Tamarit y los hermanos Tormo, los cuatro bien juntitos, una especie de jam blues, rebosante de clase, que sirvió de introducción para «Apaga La Radio». «Otra banda nueva llena…». Dejó el hueco Ovidi ahí para que cada uno lo rellene como quiera, porque está claro que ya no llenan La Riviera. Ahora ocupan otro estátus. Pero siguen sin sonar en las cadenas de radio. Lo cual hace más meritorio su éxito, pero sigue ejemplificando que nuestro país no tiene remedio. En el aspecto musical como en tantos otros. Para «Hablar, Hablar, Hablar» subieron a las tablas a Antonio de Arde Bogotá. Están hasta en la sopa por lo que supongo que este movimiento les puede acercar a un público más joven, por mucho que yo no acabe de verle la gracia a ese grupo. Lo mismo que a otros como Alcalá Norte, que no aparecieron como invitados en este concierto de Los Zigarros, pero visto lo visto, no me extrañaría que aparecieran en el próximo… El caso es que reaparecieron los sospechosos habituales que acompañaron a la banda en el set central para hacer lo propio a la hora de echar el cierre a estas dos horas de show con las míticas «Dentro De La Ley» y «¿Qué Demonios Hago Yo Aquí?».  ¿Quién puede resistirse a sus encantos? Yo no, desde luego, aunque me muestre escéptico acerca del devenir artístico de la banda en discos ulteriores. Eso sí, siempre que tenga oportunidad, allí donde toquen en directo, tendrán a un servidor dispuesto a menear las caderas, porque ahí siguen siendo infalibles.

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Fundador y director de Rock4Spain. Esposo y padre de dos. Funcionario del rock & roll. Tras aparcar sus proyectos musicales propios y con la experiencia que le dan varios años de colaboración como redactor en cylcultural.org decide lanzarse a esta empresa.

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