Hacía varios meses que teníamos la fecha marcada a fuego en el calendario, y es que The Menzingers iban a dar, por fin, sus primeros conciertos en sala en nuestro país. Independance Live fue la sala escogida en Madrid, y la banda local The Blackjaw fue la elegida para abrir una velada en la que el mejor punk-rock fue el protagonista.
A las 20:30 y con poco público aún en la sala, The Blackjaw hicieron su aparición sobre las tablas con el ánimo de calentar el ambiente con su descarga de hardcore melódico. Se encuentran grabando su nuevo álbum que verá la luz este año pero además, están de celebración por su décimo aniversario como banda y prepararon un set especial en el que repasaron su trayectoria durante los cuarenta minutos de actuación de los que dispusieron. No faltaron temas de sus inicios como «Robert Told Me To» o «Our Own Legacy» en el repertorio de esta banda cuyo sonido podríamos definir como un híbrido entre el hardcore de Rise Against y el punk-rock alternativo de los primeros Nothink, sin dejar de lado, eso sí, éxitos más recientes como «Knot» o una «35 Patriots» con la que cerraron un show en el que también nos adelantaron un tema inédito de este nuevo disco que están grabando con Santi García en Ultramarinos Costa Brava y que se titula «Bottom».
A las 21:30 todo el público congregado en la sala ya se encontraba apelotonado frente al escenario esperando a que aparecieran los deseados The Menzingers. Y cuando lo hicieron, la locura total. Al igual que su último álbum «After The Party», arrancaron con «Tellin’ Lies» y con él los primeros pogos. Corrió peligro la integridad física de los que estábamos en primera fila al quedar aplastados entre el propio escenario y la muchedumbre, pero capeamos el temporal como pudimos para disfrutar de la enérgica actuación de los de Pensilvania. No es habitual que una banda como los Menzingers no hubiera tocado aún en la capital pero nunca es tarde si la dicha es buena, al menos eso debió pensar el aproximadamente centenar y medio de fans acérrimos que con caras visiblemente emocionadas corearon todos y cada uno de los temas interpretados por el quinteto norteamericano. Entre clásicos como «Good Things» y «The Obituaries» transcurría una actuación salpicada de sonrisas, crowdsurfings (de gente del público), y una complicidad entre banda y séquito que no se ve todos los días. El set list se dividió, a grandes rasgos, en una primera parte en la que tuvieron mayor protagonismo las canciones donde la voz de Tom May tiene más relevancia, y una segunda donde Greg Barnett tomó el testigo como vocalista principal. «I Was Born» fue el único guiño a su «Chamberlain Waits» en un repertorio centrado mayoritariamente en su aclamado «On The Impossible Past», disco generacional que transpira punk rock sentimental y atemporal por los cuatro costados, y su más reciente «After The Party», que huele a nuevo clásico, al menos hasta que llegue su sexto disco de estudio en el que ya se encuentran trabajando. «I Don’t Wanna Be An Asshole Anymore» y «Bad Catholics» fueron dos de los temas que más enardecieron al personal y con otros dos temazos como «Nice Things» y «After The Party» se retiraron del escenario cuando apenas llevaban una hora de actuación. Todos sabíamos que aquello no podía acabar ahí, así que entre los gritos de su gente volvieron de entre bambalinas para interpretar unos bises triunfantes que tampoco os creáis que se dilataron demasiado en el tiempo… Apenas rascamos unos quince minutos más con unas canciones que, eso sí, supusieron un colofón espléndido a una actuación muy esperada. La emoción que transmiten «Gates» y «Casey», entre la sutileza y la visceralidad, se fundió con la nostalgia de «Sunday Morning» (el tema más antiguo que interpretaron ante la insistencia del personal) y el broche final llegó con una «In Remission» de aires grunge nirvananeros que finiquitó el show por todo lo alto.
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