Grupo peculiar donde los haya, Coheed And Cambria es uno de los nombres más importantes del nuevo siglo en la escena norteamericana que marca la frontera entre el underground y el mainstream. Con diez discos a sus espaldas y más de dos décadas de carrera, ya iba siendo hora de que echáramos la vista atrás y ordenáramos su catálogo. Ya sabemos que esto es muy subjetivo y que ninguno de los que leáis este artículo vais coincidir al 100% con esta clasificación, seguramente tampoco lo haga yo cuando la revise de aquí a unos meses, o a unos años, pero tampoco creo que difiera mucho, al menos en la cabeza y en la cola.
Desde su debut en 2002 hasta el trabajo más reciente publicado el año pasado, los neoyorquinos han dedicado su carrera a una especie de opera rock experimental con un concepto general de ciencia ficción detrás, el cual Claudio Sánchez ha trasladado a los cómics «The Amory Wars». Yo nunca he estado muy interesado en toda esa parafernalia, en cambio, su vertiente estrictamente musical me ha cautivado desde la primera escucha. En su carrera, no han dejado prácticamente un palo sin tocar, caracterizándose por sus hits de aroma pop, las voces emo, un poco de ritmo post-hardcore y memorables riffs de metal gruesos y repletos de épica. Sin más dilación, vamos allá con este breve resumen de la obra de Coheed And Cambria en orden de excelencia.
Sin tener un disco objetivamente malo en su carrera, el último de su catálogo la verdad es que me dejó con mal sabor de boca. Cierto es que tiene temas más que destacables como «Shoulders» (el single por excelencia del álbum), «Beautiful Losers» o el progresivo «Ladders Of Supremacy», pero me deja bastante frío. No es un disco al que recurra cuando pienso: «voy a escuchar a Coheed And Cambria». En «Vaxis II: A Window Of The Walking Mind» se les fue un poco la mano con la electrónica y con unos arreglos demasiado pop en algunas ocasiones, demasiado grandilocuentes en otras, que no creo que necesitaran la mayoría de las canciones.
«The Color Before The Sun» es, digamos, el disco raro de Coheed, en tanto en cuanto, es el único que se desmarca de la historia de «Amory Wars». Va por libre, no es conceptual, es un disco más convencional, y no solo en ese sentido sino también en el musical. Se desmarca un poco de su característica forma de interpretar el prog y el post-hardcore, centrándose más en un sonido rock alternativo más directo. «Here To Mars» es uno de mis temas favoritos dentro de toda su discografía, pero para ser honesto, me cuesta destacar cualquier otro. Es un disco más plano de la cuenta, apenas correcto, y eso para un grupo de su nivel se me antoja insuficiente.
El quinto disco de estudio de Coheed And Cambria es una precuela de su historia conceptual, con eventos que tienen lugar antes de «The Second Stage Turbine Blade», su primer trabajo. Cuenta con la peculiaridad de ser el último álbum en el que participa el bajista Michael Todd, que en verano de 2011 fue arrestado en Attleboro (Massachusetts) acusado de robo a mano armada. Un episodio turbio que apartó a este gran bajista de la banda. «Year Of The Rainbow» es un trabajo menos valorado de lo que merece, quizá por contraposición a los grandes discos que le precedieron, pero cortes como «The Broken», «Guns Of Summer», «Far» o «Here We Are Juggernaut» merecen un lugar destacado en su historia.
«Ascension» es la parte más floja de la dupla «The Afterman». Un doble álbum cuyas partes fueron lanzadas con cinco meses de diferencia y que resulta la demostración más palmaria de su ambición de trascender. Como ocurre muchas veces en casos de este tipo, siempre pienso que un trabajo más corto que concentrara los mejores temas de cada álbum configuraría un disco más redondo, con menos paja, pero bueno… Este álbum marca el regreso de Josh Eppard en la batería, y también es el primero en presentar a Zach Cooper en el bajo tras la salida de Michael Todd. Un disco sesudo con uno de los enfoques más prog de su trayectoria.
«Vaxis», otro disco doble lanzado en dos tandas. A diferencia de en «The Afterman», aquí pasan casi cuatro años entre el lanzamiento del primer acto y del segundo, lo cual hace más fácil diferenciarlos que en el caso anterior. También facilita la diferenciación, la disparidad de nivel entre «Vaxis II: A Window Of The Walking Mind» (más pobre) y «Vaxis – Act I: The Unheavenly Creatures» (un disco realmente notable), siendo «Ascension» y «Descension» más homogéneos. «Old Flames» es una delicia que trasciende géneros, «The Dark Sentencer» o «Toys» siguen patrones de metal progresivo clásico, «Unheavenly Creatures» se mueve por derroteros pop, en el mejor de los sentidos… Ochenta minutos que contra todo pronóstico, no se hacen pesados. Aunque no llegue al nivel de sus discos clásicos, «The Unheavenly Creatures» es el último gran trabajo de Sánchez y los suyos hasta la fecha.
La segunda parte de «The Afterman» es la más atinada de ambas. «Descension» va más al grano, tiene temas más redondos. «Dark Side Of Me» es una obra maestra, «Iron Fist» es melódico, pegadizo y emocional, «Key Entity Extraction V: Sentry The Defiant» es duro y complejo… Un disco oscuro y variado al que se puede recurrir sin remordimientos. Junto a «Ascension», conforma un nuevo universo por explorar en el que un astronauta atraviesa las profundidades del espacio, todo ello después de que el primer «arco» de la historia de Amory Wars hubiera terminado con el disco anterior. Otra chaladura dentro de su imaginería, pero una chaladura sonoramente maravillosa.
«Good Apollo, I’m Burning Star IV, Volume Two: No World For Tomorrow», más conocido como «No World For Tomorrow» (menos mal) es el cuarto álbum de estudio de la banda, además de la secuela directa de su álbum anterior, «Good Apollo, I’m Burning Star IV, Volume One: From Fear Through The Eyes Of Madness». Es el único disco en el que participa Taylor Hawkins tras la salida de Josh Eppard. Poca broma. Había que encontrar un recambio rápido y el batería de Foo Fighters fue el encargado de grabar las baterías de aquel álbum, aunque estas hubieran sido escritas por Chris Pennie, que es quien ocupó el puesto de Eppard hasta que este regresó a la banda, y que no pudo grabarlas por motivos contractuales. Un poco de salseo para contextualizar uno de los trabajos más reconocidos de la banda. Es un gran disco, no cabe duda, temazos como el homónimo, «Feathers» o «Running Free» no me dejarán mentir, pero el hecho de venir de donde venían, a mí me supuso un pequeño bajón.
Abrimos el podio con el que cronológicamente es el segundo disco de Coheed, «In Keeping Secfrets Of Silent Eath: 3». Nunca he entendido el porqué del 3 en el título, supongo que habrá que estar inmiscuido en su mundo friki para entenderlo. El caso es que un disco que contiene himnos como la epopeya de ocho minutos que le da el título, las sabrosas «The Crowing» y «Blood Red Summer», y sobre todo, el pelotazo «A Favor House Atlantic», tiene que ser recordado como una de sus obras maestras. Es un disco muy bien cohesionado que sirve de puente entre el sonido más crudo de su debut, donde el emo y el post-hardcore eran las influencias predominantes, y el más pulido, progresivo y metalizado de su sucesor. Con «In Keeping Secfrets Of Silent Eath: 3» empezaron a llamar y mucho la atención de los medios especializados, y por lo tanto, de un público más amplio, pero su gran salto aún estaba por llegar.
El inicio de la leyenda. En febrero de 2002, unos desconocidos Coheed And Cambria que anteriormente se llamaban Shabütie, publicaban su primer álbum de estudio titulado «The Second Stage Turbine Blade» después de firmar con Equal Vision Records. El álbum contaba con la aparición especial de Dr. Know de la banda de hardcore-punk Bad Brains, así como la versión regrabada de «Delirium Trigger», «33» y «Junesong Provision», temas que aparecieron en el EP «Delirium Trigger» con el que se dieron a conocer en la escena underground neoyorkina un par de años antes. Se enrolaron en el Vans Warped Tour de 2002 y la bola de nieve empezó a hacerse más y más grande. «The Second Stage Turbine Blade» es crudo, arrollador, directo (teniendo en cuenta de quien hablamos) y realmente emocional. «Time Consumer», «Devil In Jersey City»… son temas que aún me ponen la piel de gallina a día de hoy cuando reproduzco el CD en mi minicadena. Sí, soy así de romántico. Es uno de esos discos debut con magia, de los que anticipan que algo grande está por venir, y no engañaba. Sus venerados At The Drive-In iban a quedárseles pequeños.
La joya de la corona. No tengo claro que «Good Apollo, I’m Burning Star IV, Volume One: From Fear Through The Eyes Of Madness» sea el mejor disco de Coheed And Cambria, pero es con el que los descubrí, y eso siempre tiene un valor sentimental y un plus añadido para cualquier fan de un grupo. De hecho, puede que no sea casual que los descubriera gracias a aquel álbum, y es que este su tercer LP es con el que dieron el gran salto, es con el que otros muchos descubrieron a la banda y se adentraron en sus locuras, por lo que algo tendrá el agua cuando lo bendicen. Salió a la venta el 20 de septiembre de 2005 a través de Equal Vision Records y de Columbia Records, por lo que es el primer lanzamiento junto a una multinacional. Es el último álbum con su formación clásica y el que mejor acogida comercial ha tenido en su carrera, llegando a vender más de un millón de copias en todo el mundo, lo cual no es nada fácil haciendo el estilo de música que hacen. El éxito de su primer single, el portentoso y épico «Welcome Home», tiene buena culpa de ello. Esta canción aparecía en el videojuego Rock Band y en el tráiler de la película animada «9». Acertaron a la primera, y no erraron después el tiro al escoger «The Suffering», más accesible, como su segundo single. Otros cortes como la tenebrosa balada «Wake Up», el genial «Apollo I: The Writing Writer» o el profundo y extenso cierre «The Willing Well IV: The Final Cut» son de los más reconocidos en su trayectoria y aún a día de hoy no suelen caerse de sus setlists. «Good Apollo» es un disco épico de más de setenta minutos con el que pasaron a jugar en otra liga.
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