Qué buenos son los put*s Thrice. Se pueden decir muchas cosas tanto de la banda como de lo que supone la experiencia de verla actuar en vivo, pero con esa frase creo que queda resumido todo a la perfección. Iconos underground y banda de culto con una legión de fans incondicionales desperdigados por el mundo, el pasado lunes tenían una cita con los madrileños en La Paqui (antigua sala But) a la que también acudieron seguidores, como no podría ser de otra forma, de otras partes de España, así como algún que otro compatriota de los norteamericanos que andaba por nuestro país. Todo vendido desde hacía muchas semanas. La noche prometía y las expectativas se cumplieron con creces.
Con exquisita puntualidad, arrancó a las 19:45 la actuación de la banda invitada de la noche, los daneses Town Portal. Me da a mí que Thrice no tienen mucho ojo con los teloneros, o al menos en los conciertos que dan en España se hacen acompañar de bandas cuya propuesta poco tienen que ver con la suya. Algo mejoró respecto a su anterior visita de 2019 junto a Petrol Girls, pero aún así, la función de calentar el ambiente de cara al grupo principal, de nuevo, no se cumplió como debería. No quiero desmerecer, en absoluto, a Town Portal, pero su música no es fácil de asimilar para alguien que no esté muy metido en el mundillo. Música instrumental, entre el post-rock y el math-rock que dejó algo frío al personal. El trío interpretó temas como «Archright», «Vanitas», «Faraquetta», «K.» o «Yes Golem», en los cuales se alternaban momentos brillantes con otros más tediosos, dejando un sabor un tanto agridulce a una sala que estaba ya rozando el lleno en el momento en el que abandonaron el escenario.
Y a las 21:.00, como era de ley, aparecieron sobre las tablas los reverenciados Thrice. Entre las vistosas torres de luz led, muy de moda en la actualidad, y el humo de churrería que dificulta la labor de los fotógrafos, comenzaron a descargar la inacabable colección de temazos que atesoran los de Irvine. Agradecimiento infinito a Hello Cleveland y Primavera Sound por traer de nuevo al grupo a nuestro país. En este caso, el concierto estaba encuadrado en la gira europea en la que están embarcados celebrando el vigésimo aniversario del emblemático «The Artist In The Ambulance», el cual tocaron en su integridad y con las canciones en el mismo orden en el que aparecen en el álbum.
Fueron cayendo himno tras himno, empezando por las abrasivas «Cold Cash And Colder Hearts» y «Under A Killing Moon», y continuando por el mítico «All That’s Left» que en su día, hace ya más de veinte años, fue lanzado como primer single de «The Artist In The Ambulance» haciendo que despuntaran con esa mezcla de hardcore melódico, emo y post-hardcore que desarrollaron en aquel álbum. La sala ya estaba patas arriba desde el minuto uno de su actuación, pero con «Silhouette», y sobre todo, con «Stare At The Sun»…. Bueno, eso ya es otro nivel.
El headbanging es generalizado entre todo el público, normal, pero es que también hubo lugar para pogos y crowdsurfing en las canciones más cañeras. Es decir, en casi todas las de esta primera parte del repertorio dedicado al álbum homenajeado. Piel de gallina con «The Artist In The Ambulance» y vuelta a la versión más hardcore con «The Abolition Of Man» y sus punteos morunos finales, así como en el popular «Don’t Tell And We Won’t Ask». Y como transición hacia la segunda parte del set, la del greatest hits, tocaron «Motion Isn’t Meaning», incluida en la edición japonesa del álbum, así como en el CD/DVD «If We Could Only See Us Now» de 2005. Guiño a los fans más incondicionales antes de entrar a repasar someramente el resto de su discografía.
La noche se nos estaba pasando volando, sin espacio casi para coger aire, ni por parte de los asistentes que nos estábamos desgañitando, ni por parte del propio grupo, que todos sabemos que no son de interactuar mucho con la gente. Ni falta que hace, al menos a mí me basta con verles y escucharles ejecutar sus canciones a la perfección. Pero es que son metódicos hasta el extremo, teniendo el setlist configurado por lotes de canciones para que el pack completo dure exactamente hora y media, ni un minuto más. Y así fue.
La primera y única parada en «The Illusion Of Safety» llegó con «Deadbolt», un must de su repertorio y el tema más antiguo del mismo, al que le siguió, en contraposición, «The Dreamer», perteneciente a su último disco de estudio, «Horizons/East». Realmente no sé porqué eligieron este corte para representar esta última parte de su trayectoria (de «Palms» no tocaron nada), porque a mí entender, esta canción es de las más flojas. Desde luego, la peor del repertorio de este concierto. Supongo que a ellos les mola. De todas formas, enseguida remontaron el vuelto con dos temazos como «The Weight» y sus ritmos imposibles a contratiempo, y «Yellow Belly» con ese irresistible aroma grunge, únicas representantes de «Beggars» y «Major/Minor» respectivamente.
Los ritmos pesados volvieron a primera línea con «Firebreather» (único tema rescatado de sus «Alchemy Index») y ese riff principal que linda con el stoner, y ese épico sing along, antes de dejar paso a uno de los momentos álgidos de la noche. «The Long Defeat» es canela en rama, y más aún en directo que en el disco, sobre todo por ese final decrescendo en el que Dustin Kensrue acompaña suavemente con su guitarra mientras el respetable corea al unísono aquello de «Together we’ll fight the long defeat». Momento tras el cual nuestros protagonistas se bajaron de las tablas por primera vez dejándonos con el vello aún erizado esperando a que regresaran, porque todos sabíamos que quedaban unos quince minutos de show…
Así que volvieron a aparecer y sin entretenerse – que el tiempo apremia – cogieron «To Be Everywhere Is To Be Nowhere» donde lo dejaron apenas un par de minutos antes y nos deleitaron con «Black Honey», un clasicazo de su última época que provoca el irremisible deterioro de las cuerdas vocales de todos nosotros en el estribillo. El genial «Vheissu» tendría su representación con la dupla que cerró el concierto: «Of Dust And Nations» con Teppei derrochando tapping (no es un trabalenguas) y emocionando como pocos hacen con su guitarra, y un «The Earth Will Shake» que tampoco podía faltar. La lástima es que sí faltaran canciones como «Image Of The Invisible», «In Exile» o «Promises», pero ya sabéis, hora y media… Ya lo dije hace cinco años. Al menos en lo de tocar en un aforo más amplio sí que se han cumplido mis deseos. Si son capaces de llenar La Paqui un lunes de febrero, ¿el próximo paso será La Riviera? Quién sabe… En cualquier caso, lo que sí sé, es que cuando vuelvan a pasar por nuestro país, disfrutaremos de un concierto emocionante e impecable.
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