Noviembre ya no suena tan triste. Desde luego que no. Con esta frase de la inconmensurable «No Siempre» he decidido arrancar esta crítica, porque Noviembre no es solo un mes, también es una banda, y una más que recomendable. Sin embargo, aunque su música nostálgica, capaz de capturar los sentimientos más lúgubres para canalizarlos hacia una reconfortante catarsis, sea más propicia para el otoño que para la temporada estival y despreocupada en la que nos estamos adentrando, no tienes porqué esperar a esas fechas para disfrutar de su álbum debut.
Noviembre surge – paradójicamente – en octubre, el de 2022, a raíz de una reunión de los antiguos integrantes de Ghosts And Me, en un deseo de volver a los escenarios con una cara renovada: letras en castellano, nada de electrónica, un directo sin florituras y una sensibilidad adaptada al nuevo punk y rock alternativo. Lo cierto es que también beben mucho del emo de principios del 2000, y he ahí su punto fuerte y lo que más me ha sorprendido al escuchar el disco, el cómo son capaces de adaptar un estilo tan anglo a nuestro idioma e idiosincrasia. Es inevitable pensar en bandas americanas como Thrice, Title Fight o Movements como influencias, y para mí también en otras británicas como Basement, Hindsights o Portman, amén de referencias nacionales como Viva Belgrado, Catorce o Día De Furia. Están ahí, sí, pero no son influencias tan obvias como para pensar que han intentado replicar la fórmula de otros. Noviembre es Noviembre. El fruto de la unión de cuatro talentosos músicos de la sierra de Madrid despojados de complejos, cuya necesidad vital de crear música ha dado como resultado las once canciones que forman «Cercovivo», un disco corto, directo y emocional. Y por qué no decirlo, espectacular. Apenas unos meses después de su refundación como banda, Raúl López (bajo y voz), David Romero (guitarra y voz), Sergio Bazán (guitarra) y David Morán (batería), ya lo habían grabado, mezclado y masterizado junto a Víctor Sáiz en California Studios (Madrid). Editado y publicitado por ellos mismos, desde septiembre del año pasado, cuando publicaron «Mártir» como primer single, nos han ido hypeando con el lanzamiento de numerosos adelantos, que además de ponernos los dientes largos, demuestran que manejan todos los recursos del emo como pocos. Composiciones crudas e intensas que se caracterizan por la mezcla de punteos y arpegios de guitarras cristalinos con secuencias de acordes distorsionados que crean atmósferas emotivas que irradian la nostalgia de unas letras que abordan el dolor y el desamor con una combinación, también, de voces melódicas y gritadas. Todo empastado sobre sólidas secciones rítmicas. La idea de resetear y comenzar una nueva aventura musical tras finalizar un proyecto anterior, aún sabiendo que seguramente nunca saldrás del underground, y mucho menos vivir de ello, es también un concepto que planea sobre la mayoría de temas del álbum. El ejemplo más evidente es un «Accidentes» que recuerda a los mejores Alexisonfire. «Astenia» también se mueve por esos derroteros más punkis y veloces, y qué decir de una «Aokigahara» que linda con el screamo más ortodoxo. «Cercovivo», el tema que da título al álbum, se encuentra en el lado opuesto, siendo, por así decirlo, la balada del disco. Una auténtica delicatessen. Un medio tiempo perfectamente desarrollado. «De Todas Las Formas Posibles», con un punteo inicial tan típico del midwest emo que a más de uno le recordará a bandas como American Football o Free Throw sorprende y encandila, siendo el resto del tema tan frenético como acostumbran. En una línea similar tampoco desentona «Trono Marchito», el corte que han elegido para cerrar el álbum a flor de piel. Y si todos estos temas nombrados ya son sobresalientes, la matrícula de honor la alcanzan con todos los temas que han ido lanzando como singles. «Komorebi» es un apasionado pildorazo emocore. «Carcosa» de tempo más lento, es desgarradora, sobre todo con ese final a capela con acompañamiento de acople de guitarra. Su riff pesado, las disonancias y la voz afilada expresan cómo se reconstruye y magnifica el pasado, y el peso incapacitante que este ejerce durante nuestro presente. «No Siempre» es simplemente genial, un corte emotivo sobre desencuentros, rupturas y nuevas oportunidades con un estribillo brillante y un puente que me ha recordado al de «Walls» de Emery. «Mártir», que fue el que abrió la veda, enamora en la primera escucha. En él la banda reflexiona sobre la construcción de la identidad a través del dolor y de cómo solventar las expectativas cuando te encuentras en el ojo de la tormenta. Y en «A Flor De Piel» vuelven a hacer otro ejercicio de estilo, tanto a nivel musical, jugando con las dinámicas, como lírico, versando aquí sobre la inocencia del primer amor. En definitiva, un trabajo de primer nivel que los coloca como punta de lanza de una nueva escena, aún pequeña, de emo en español que tiene su epicentro en Madrid, la cual esperemos que no se quede ahí, ni a nivel geográfico ni de aceptación del público.
Lo mejor: La maestría con la que facturan un estilo tan anglosajón en nuestro idioma, consiguiendo emocionar al oyente no solo a través de la música sino de los textos. «Cercovivo» es uno de los mejores discos de emo que se hayan hecho nunca en España.
Lo peor: La falta de visibilidad que está teniendo. Un clásico.
01. Aokigahara
02. Komorebi
03. No Siempre
04. Accidentes
05. Carcosa
06. Astenia
07. Mártir
08. A Flor De Piel
09. De Todas Las Formas Posibles
10. Cercovivo
11. Trono Marchito
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