Pedid y se os dará. «Una regrabación de aquel álbum («Torcidos»), con los medios con que cuentan en la actualidad, sería una pasada. Idea gratis que aquí les dejo» decía en un artículo en el que, hace un par de años, repasaba su discografía, y aunque no fue mi sugerencia el detonante de que finalmente se lanzaran a ello, ya que según me confirmaron en la entrevista que recientemente publicamos en nuestra web, llevaban muchos años barruntándolo, mis súplicas han sido atendidas y la espera ha merecido la pena. Nunca es tarde si la dicha es buena… Y así podríamos seguir, con citas bíblicas y frases hechas, durante horas, pero es que lo que Sôber han puesto a nuestra disposición para celebrar sus treinta años como banda bien lo merece. «Retorcidos» ve la luz en una espectacular edición limitada en CD y otra en vinilo, en cuyas sendas cajas nos encontramos con el cassette con la mítica maqueta «Mirror’s Way» (que incluye las frenéticas y primigenias versiones en inglés de «Siervo De Su Exclavitud» como «Mirror’s Way», «No Poder» como «Madness», «¿Dónde Está Mi Paz?» como «Chance», «Vuelve A Nacer» como «Inner Circles» y «Clavos» como «The Prayer»), un bolígrafo Bic serigrafiado para rebobinar a la vieja usanza, el disco original «Torcidos», cuatro exclusivas láminas de arte de los singles lanzados previamente y un libro sobre la fascinante historia de los inicios del grupo y sus anécdotas, escrito por Juanma Sánchez de El Vuelo del Fénix de Radio 3, con múltiples fotos que acompaña al disco «Retorcidos» propiamente dicho. Y a analizar este «nuevo» trabajo es a lo que vamos a proceder a continuación. Un trabajo en el que vuelve a quedar patente la capacidad del combo madrileño para reinventarse y mantenerse a la vanguardia del metal español tres décadas después de su fundación.
Publicado de forma autogestionada en 1997, «Torcidos» es el álbum debut de Sôber y el gran desconocido de su discografía. Nunca quedaron conformes con el resultado, debido a lo deficiente de su producción y su sonido, razón por la que aprovechando la celebración en este 2024 del trigésimo aniversario del grupo (sí, ya sabemos que habría que descontar los cinco que dedicaron a los «spin-off» Savia y Skizoo, pero todo suma ¿no?), decidieron regrabarlo sacando beneficio de la experiencia adquirida por los años y de los medios técnicos con los que pueden contar en la actualidad. El resultado es brillante. Las doce canciones mantienen la esencia pero sonando más contundentes y modernas. La imponente intro instrumental de ambientes arábigos «Amosis» así lo atestigua, aunque no sé si puede considerarse «intro» a un corte que roza los tres minutos. De hecho, es más larga que la vibrante «Vuelve A Nacer» que la sucede, que en esta nueva versión adquiere un aire más marcadamente heavy gracias a la aportación de Alberto Cereijo (Los Suaves, Eco, N.E.O) en el solo de guitarra. «Siervo De Su Esclavitud» es uno de los temas que más crece en esta revisión, pasando de hecho, a convertirse en uno de mis favoritos, cuando no lo era así en «Torcidos». En un álbum plagado de pequeñas colaboraciones, casi todas en los solos de guitarra, aquí es Pablo García de WarCry el que aporta su granito de arena. En cambio, «¿Dónde Está Mi Paz?» supone una pequeña decepción para el que escribe, seguramente porque ya la revisaron en «Synthesis» con un resultado difícilmente mejorable. Ya la tengo muy interiorizada, y esta revisión en la que ralentizan las frases de las estrofas y aceleran después las del pre-estribillo no la acabo de ver. Que el puente de la canción sea prácticamente un calco del de «Verona» («E-L-E-G-Í-A») tampoco ayuda a que la perciba como una canción necesaria a estas alturas. Todo lo contrario que «Oscura Comunicación», otro de los cortes que más ganan respecto a su primera versión, algo que han conseguido al mejorar notablemente la calidad del sonido y añadiendo nuevos arreglos, sí, pero sin perder nada del espíritu noventero que tenía la canción original. Y en todos los discos de aquella época – finales de los 90′ y primera década de los 2000 – tengo comprobado que la sexta canción tenía una relevancia especial, siendo de las más destacadas del lote. En este caso, la que ocupa ese lugar, «No Poder», no es una excepción. Si el corte, per se, ya es genial, pues añadiéndole solos de guitarra de Kolibrí (Marea) el resultado no puede ser otro que la excelencia. Aunque también he de decir que echo de menos ese tono afectado, rozando el gallo, de Carlos Escobedo en «el no poder ser así…» de 1997 que le daba un halo de emoción y autenticidad que aquí no se ha perdido, pero sí se ha atenuado. Esta parte central del álbum conformada junto a «Brazos Altos, Caras Bajas» e «Hijos Del Miedo» es sobresaliente. La primera es un medio tiempo que rebosa tensión a la vez que mantiene la carga melódica y la épica gracias, en parte, a los arreglos de violín a cargo de Charly López (Bon Vivant, Mägo de Oz). La segunda, en cambio, va más directa a la yugular, pero igualmente basada en las señas de identidad de los otrora Sôber Stoned, aunando los riffs contundentes y los estribillos pegadizos – «catchy» como dicen los modernos – con José De Castro «Jopi» dejando su impronta también en el solo de guitarra. Davish G Álvarez de Angelus Apatrida hace lo propio en «Dos Caras», un corte del que podría decir tres cuartas partes de lo mismo que de «Hijos Del Miedo», aunque para mí gusto está en un peldaño inferior. Los aportes electrónicos – que salpicados por todo el álbum corren a cargo de Javier Blanco, su arreglista de cabecera desde «La Sinfonía Del Paradÿsso» – en «Profundo Malestar» adquieren un papel preponderante en la apertura. Y en la de «Nos Hizo De Menos» escuchamos las primeras – y creo que únicas – guitarras acústicas del álbum, un corte que si me parecía el más flojo de «Torcidos», también me lo parece de «Retorcidos». «Clavos» cierra de forma cruda y sublime la regrabación del debut de Sôber, quienes han tenido a bien incluir un par de canciones nuevas, a modo de bonus tracks, para que nadie piense que no tienen nada nuevo que decir. Unas canciones que aportan un toque de modernidad diferente, evidenciando la evolución de la banda y dejando pistas de por dónde pueden ir los tiros en sus próximos lanzamientos. Ambos mantienen ese aura progresiva que tienen sus últimos trabajos, aunque sin lo enrevesado de las propuestas de otros grupos que hacen gala de esa etiqueta. En «Tiempo» cuentan además con la colaboración vocal del gran Morti, mientras que «Habitación 208» tiene la particularidad de haber sido compuesta ex profeso por Carlos para formar parte de la banda sonora original del videojuego desarrollado por la empresa española WildSphere «Oxide Room 208». Dos nuevas joyas que añadir a la corona de los que son, le pese a quien le pese, los reyes del metal melódico en español.
Lo mejor: Le han dado una segunda vida a unas canciones geniales que en su día no quedaron registradas como Dios manda. Era de ley y han superado el reto con holgura.
Lo peor: La portada.
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