P.O.D. (1 de agosto, Andén 56, Burgos)

Concierto histórico. Así es como podría calificarse, de forma rápida y categórica, el que los míticos P.O.D. ofrecieron el pasado viernes, 1 de agosto, en Burgos. Fecha extraña, y ciudad también, para la celebración de un evento de estas características. Todo muy random, como dicen ahora. De hecho, pocas crónicas vais a encontrar del mismo, porque puede decirse que Rock4Spain era el único medio acreditado, pero ni eso es realmente cierto, porque cuando llegamos allí no estábamos en ninguna lista de medios ya que por lo visto no existía. No se habían concedido acreditaciones a medios. Cierto es que nosotros no la habíamos recibido directamente de la sala Andén 56, ni de La Máquina de Ruido (promotora del concierto y gestora de la sala, por lo que son lo mismo), sino a través de intermediarios vinculados a la banda. Todo esto porque no contestaron correos – según sus palabras – ni los nuestros ni de nadie, lo cual generó una situación incomoda y una incertidumbre sobre si íbamos a poder cubrir el concierto o no, y que nos hace pensar que esto les ha venido grande. 

Después de una media hora tratando de encontrar una solución dentro del caos, tuvieron a bien permitirnos acceder a cubrir el bolo, tras lo cual el trato fue muy amable, todo sea dicho. El caso es que con todo esto, apenas pudimos disfrutar de la segunda mitad de la actuación de Khorea, ya de por sí breve al ocupar el papel de segundo grupo telonero y encargado de iniciar la velada. La banda local, de reciente creación, se estrenaba sobre los escenarios por lo que la ocasión la pintaban calva y ellos la aprovecharon. «Into The Maelstrom» se titula su trabajo debut – llámalo álbum, llámalo EP – que acaba de ver la luz y que nos muestra a un grupo de veteranos de la escena metalera burgalesa dispuestos a dar que hablar con unas canciones potentes con la dosis justa de agresividad técnica y de melodía para gustar a un amplio espectro de aficionados al metal contemporáneo. Quizá demasiado estático sobre el escenario, pero sonando realmente bien, el quinteto dejó una gran impresión con su fusión de metal progresivo y death metal melódico en la escasa media hora de que dispusieron, la cual les permitió interpretarlo casi en su totalidad.

De algo más de tiempo disfrutaron Morphium, pero tampoco os creáis que demasiado… El combo gerundense, que cuanta ya con una dilatada trayectoria, fue el encargado de seguir caldeando el ambiente de cara a los grandes protagonistas de la noche. Tampoco era necesario, si nos ceñimos al aspecto térmico, ya que a estas alturas ya estábamos todos sudando la gota gorda debido al calor que hacía en la sala, pero definitivamente ellos ayudaron a convertirla en una auténtica olla a presión. Los temas de su último álbum de estudio, «The Fall» (2021), centraron buena parte de su actuación, la cual obvió su primera etapa en la que cantaban en español, para enfocarse en esta última en la que están poco a poco ganando reconocimiento a base de buenos temas en los que combinan el metal más extremo con el más melancólico y melodioso.

Yo no los había escuchado hasta la fecha, aunque sabía de su existencia, y la verdad es que me sorprendió para bien. Sin escatimar un esfuerzo pusieron la sala patas arriba con circle pit incluido a mitad de show cuando Álex Bace se bajó del escenario y se dejó la garganta en medio de la pista rodeado de asistentes que disfrutaron del momento como merece. Lo peor fue el abrupto final de su show. Ya avisaron de que debido a la falta de tiempo por el pequeño retraso que se venía acumulando en el inicio de las actuaciones iban a tener que recortar el setlist, pero es que ni siquiera pudieron acabar su última canción porque les cortaron el sonido en medio de la canción y no les quedó más que despedirse, hacerse una foto con el público y retirarse. Una pena acabar así una actuación que, en cualquier caso, dejó un gran sabor de boca. 

Y llegó el gran momento. P.O.D. hicieron su aparición en el escenario pasadas las 22:15. Un momento que sus fans españoles llevábamos más de veinte años esperando. La última visita de la banda a nuestro país tuvo lugar en el Festimad de 2002 por lo que no es de extrañar que centenares de seguidores de la banda californiana repartidos por todo el país se apresuraran a comprar sus entradas para unirse a los burgaleses en un concierto que los amantes del nu metal llevaban tantos años deseando disfrutar. Todo vendido desde semanas antes de la celebración del evento dan buena muestra de la devoción que se les guarda en estos lares.

Y salieron arrasando. A las primeras de cambio «Boom», y cañonazos de humo al unísono en el estribillo junto a algún que otro de confeti (bastante modestos, la verdad) mientras Sonny Sandoval no paraba de pegar brincos por el escenario. Un auténtico himno para empezar, demostrando que no iban a hacer prisioneros. Había que darlo todo desde el inicio, y eso quedó blanco sobre negro cuando a renglón sonido tocaron «Satellite», temazo que da título a su obra maestra y uno de los mejores discos de la historia del nu metal. Disco este de 2001 que evidentemente tuvo una representación importante en el setlist, pero que tampoco lo acaparó, compartiendo protagonismo – como no podría ser de otra forma – con «Veritas», su último trabajo de estudio y en cuya gira de presentación se enmarcaba este concierto.

El tercero en caer fue uno de los temas más pesados y a la vez espiritual de su discografía, un «Murdered Love» que también da título a un disco, aquel de 2012 que revitalizó a la banda después de unos años de lanzamientos un tanto erráticos. Una canción poderosa que pone a prueba tanto tus cervicales como la epidermis y sus piloerecciones. Y para discos con temazos,«The Fundamental Elements Of Southtown», del cual tocaron un pelotazo como «Rock The Party (Off The Hook)», buen ejemplar de lo que en su día pasó a denominarse como chándal metal. Me hubiera gustado que hubieran caído más temas de este disco pero la verdad es que el tiempo era limitado y el setlist que escogieron fue bastante equilibrado. «Sleeping Awake», que adquirió gran popularidad por formar parte de la banda sonora de ‘The Matrix Reloaded», fue el siguiente en caer y sirvió de puente para los primeros temas nuevos en sonar, los enérgicos «Drop» y «I Got That» que han tenido muy buena acogida entre sus seguidores, y no es para menos.

Llegando al ecuador del show hicieron una doble parada en «Circles», uno de sus discos más prescindibles. Si bien es cierto que la primera de ellas, «Soundboy Killa», es un pepino digno de sus mejores trabajos, la segunda y que da título a aquel álbum es de lo más descafeinada. Cumplió con su función de bajar las revoluciones y dar un respiro tanto al personal como a ellos mismos, pero para eso yo hubiera preferido deleitarme con «Set Your Eyes To Zion» o «Thinking About Forever»… Y llegó el momento de «Addicted» como única representante de «When Angels & Serpents Dance» para ir encarando la traca final.

El regreso a «Murdered Love» con el épico medio tiempo «Lost In Forever» y la balada «Beautiful», que interpretaron intercalando un «I Won’t Bow Down» que apunta a nuevo himno de los de San Diego, fue otra de las partes memorables de un show que transcurrió veloz e imperturbable al paso del tiempo, entre arengas al público, en especial de un Marcos Curiel que en alguna ocasión confundió Burgos con Madrid, y otros momentazos como cuando Sonny aprovechó un parón entre canciones para firmar un disco a un asistente de las primeras filas y otro para intercambiar un pañuelo con un fan. Estuvieron generosos también en el reparto de púas, llevándose mi hijo (futuro heredero de este sitio, si Dios quiere) una de manos del propio Marcos. Y también estuvieron generosos, como venimos relatando, a la hora de regalarnos temazos.

«Will You», como única e inestimable referencia a «Payable On Death», abrió el camino al hit rompecuellos y seminal que es «Southtown», cuyo puente alargaron hasta la extenuación para presentarse, dar las gracias y demás. Está bien la idea, pero se les fue de las manos, máxime teniendo en cuenta que debido a lo limitado del tiempo que tenían para su show se vieron obligados a quitar un par de temas del repertorio que tenían preparado. No voy a ser yo quien le enmiende la plana después del bolazo que estaban dando, pero sí que podían haber recortado ahí y tocar un tema más. El caso es que ahí ya estábamos en todo lo alto y expectantes ante los temazos que sí o sí tenían que caer y que conoce hasta El Tato. Quizá aún no llegue a ese estatus «Afraid To Die», pero tiempo al tiempo… No tuvimos el placer de disfrutar aquí de la presencia de Tatiana Shmayluk, lógico, del mismo modo que tampoco de la de Randy Blythe anteriormente en «Drop», por lo que tanto en esta como en aquella tiraron de las pistas con sus voces grabadas utilizadas en el álbum. No es de extrañar este recurso, ni tampoco es reprochable, pero quizá abusan un poco de él al utilizarlo también en los coros que el propio Sonny Sandoval se graba en los discos. Yo ahí lo dejo.

Y del éxtasis final con «Youth Of The Nation» y «Alive» poco os puedo contar. Eso hay que vivirlo. Y quien no haya tenido la oportunidad, pues se lo puede imaginar. Dos temas emblemáticos, ya no de la banda, sino de todo el metal alternativo de este siglo, que pusieron un broche dorado a una noche épica en la que en apenas hora y cuarto P.O.D. y el público entusiasta que abarrotó la sala Andén 56 entró en comunión como pocas veces se ve hoy en día. Esperemos que no vuelvan a pasar décadas hasta la próxima vez.

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Fundador y director de Rock4Spain. Esposo y padre de dos. Funcionario del rock & roll. Tras aparcar sus proyectos musicales propios y con la experiencia que le dan varios años de colaboración como redactor en cylcultural.org decide lanzarse a esta empresa.

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