Los amantes del prog tenían una cita ineludible el pasado domingo 21 en Madrid. Un día después de que la gira de presentación de «War Of Being» pasara por Barcelona, el turno era para la capital del reino. Para mi sorpresa, cuando accedí a la Sala Mon, apenas veinte minutos después de que se abrieran las puertas, esta ya estaba prácticamente llena. Imposible acceder a las primeras posiciones de la platea. Estaba colgado el cartel de «sold out» desde hace semanas pero aún así, no deja de ser impresionante. Esto demuestra que la gente no solo estaba ansiosa por disfrutar en directo de los nuevos temas de TesseracT (y por supuesto, de sus clásicos), sino que tampoco querían perderse las actuaciones de los teloneros.
A las 19:30 arrancó la velada con la actuación de The Callous Daoboys, un grupo peculiar donde los haya. Ya desde la presentación, cuando ves que en las pequeñas pantallas de los laterales lo que proyectan es el primer párrafo de su entrada en la Wikipedia te das cuenta de que es una banda poco común. «The Callous Daoboys es una banda estadounidense de mathcore de Atlanta, Georgia. Su nombre es un cucharismo (juego de palabras típico anglosajón) del equipo de fútbol americano Dallas Cowboys» rezaban. Y con su salida al escenario a ritmo de rave podíamos entrever que la cosa prometía…
El público estaba entregado, incluso una buena parte del mismo coreaba los temas. «Star Baby», «Violent Astrology» o «What Is Delicious? Who Swarms?» sonaron sin solución de continuidad para aprovechar la media hora con la que contaban para su actuación. A mí no acabó de convencerme su extremadamente ecléctica propuesta en la que combinan math rock, djent, screamo y nu metal, pero me consta que reclutaron unos cuantos adeptos para su causa. Desde luego, la puesta en escena del sexteto americano no deja indiferente a nadie, y con ellos se vieron los primeros mosh pits de la noche. Con «Fake Dinosaur Bones» cerraron su frenético show y con total naturalidad comenzaron a recoger sus bártulos, que había que dejar paso a la segunda banda invitada del cartel.
Sobre las 20:20 aparecieron los alemanes Unprocessed sobre el sobrio escenario para continuar calentando el ambiente de cara a la banda grande, aunque por lo que pudimos apreciar, pronto podrían ocupar ellos también ese lugar. Menos estridencias que The Callous Daoboys y más breakdowns, muchos más breakdowns. Bueno, y sobre todo mucho tapping. De hecho, Polyphia es uno de los primeros grupos que se te viene a la cabeza al ver la manera de tocar de su guitarrista, vocalista y líder, Manuel Gardner Fernandes. No es una propuesta fácil, desde luego, pero además de rabia, el cuarteto de Wiesbaden atesora mucha clase, y tras haber publicado cinco discos de estudio y ostentar una carrera ascendente podrían estar a punto de subir el siguiente escalón.
Su último álbum, «…And Everything In Between», está recién salido del horno, y como no podría ser de otra forma, centró el grueso de su show, en el que interpretaron temas como «Hell», «Lore», «Glass» o «Thrash» que fueron muy celebrados. Yo los descubrí aquella noche, pero está claro que gran parte de los asistentes ya tenía el gusto. Los mosh pits continuaron hasta que tocaron «Haven», de su debut «Covenant», para cerrar su actuación.
Una actuación donde tuvieron gran protagonismo las guitarras de ocho cuerdas y los bajos de cinco, todos perfectamente compenetrados con los ritmos imposibles de batería a cargo de Leon Pfeifer. Un grupo muy técnico, pero que añade las dosis justas de melodía para no saturar demasiado. Para mi gusto, podían darle aún más peso a esas partes melódicas y más accesibles, pero en cualquier caso, su sonido es de lo más interesante. Hay quien piensa que es como el jazz del siglo XXI y argumentos no faltan, eso sí, con un peligro de rotura de cervicales que no tenía el género musical nacido a finales del siglo XIX en las comunidades afroamericanas Luisiana.
Y tras cuarenta minutos de actuación, tocaba dejar expedito el escenario para los grandes protagonistas de la noche. Se retiran las baterías de ambos grupos, que una a cada lado, han estado escoltando durante sus shows a la de Jay Postones, de la cual tocaba quitar la lona que la cubría para presidir un escenario imponente sobre el que ya lucía el logo de TesseracT en la pantalla posterior. Cinco minutos antes de que arrancara el show de los británicos apareció en escena Daniel Tompkins para inquietar al personal al contarnos que estaba enfermo, pero que el show debía continuar y que iba a requerir de nuestra colaboración a la hora de cantar los temas porque la garganta la tenía como la tenía. Y así fue…
Pasado ese susto inicial, y con la moderna puesta en escena que les caracteriza, arrancaron, al igual que el flamante álbum que venían a presentar, con la dupla formada por «Natural Disaster» y «Echoes». Sublimes. Lo que me sorprendió es que nos descerrajaran como tercer tema uno de sus mayores éxitos, el genial «Of Mind – Nocturne» perteneciente al no menos genial «Altered State» de 2013. Un plato fuerte que no se guardaron para el final y que nos sirvieron rápido para saciar nuestro apetito de metal progresivo melódico de estrella Michelin. Es verdad que Tompkins pidió la colaboración del público estirando el brazo con el micro y dejando de cantar para coger aire – algo que sucedería a lo largo de toda la actuación – en bastantes ocasiones, pero era la manera de salvar el tipo cuando las circunstancias vienen mal dadas. El caso es que lo que cantó, lo cantó a la perfección. Sino al 100%, al 80%, y con eso ya da un nivel más alto que la gran mayoría de cantantes de metal que pueblan las salas del mundo en estos días.
El nivel de esta banda está fuera de toda duda, y si algo pude constatar en esta mi primera vez viéndolos en directo, es la habilidad que ya muestran en sus playthrough de YouTube para hacer que parezca fácil lo complicado. Técnica sí, pero sin pasarse, y siempre (o casi) al servicio de las melodías y, en última instancia, de las canciones. No me sorprendió. Sí lo hace en cambio que en 2024 todavía te tengas que topar en las salas con el «listo» del cigarro/vapeador, pero bueno, es España…
El show transcurrió sin descender ni en fuerza ni en emotividad, con sus dos últimos discos como grandes protagonistas del setlist escogido para esta noche. «War Of Being» puso las espadas en todo lo alto en el ecuador de la actuación, seguido de la majestuosa dupla de «Smile» y «Arrow» del «Sonder» para rebajar un poco la tensión de cara a otro de los momentos álgidos de la noche que llegó con «Legion» y «The Grey», dos de los cortes más destacados de «War Of Being». Con «Juno» pusieron la sala patas arriba justo antes de abandonar el escenario por primera vez..
Y es que había que hacer bises. Sabíamos que no podía quedar ahí la cosa, pero en cualquier caso, se nos hizo algo corto el show. No sabemos si se debió a los problemas de salud de Tompkins o si estaba así previsto con anterioridad, pero poco más de hora y cuarto no logró saciarnos del todo, pese a que el sabor de boca fuera espléndido. El binomio «Concealing Fate» con su «Part 1: Acceptance» y su «Part 2: Deception» con toda la sala gritando aquello de «So my demons! your time has come!» puso el broche de oro a una noche mágica.
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