The Menzingers (22 de abril, Copérnico, Madrid)

Y llegó el día. En agosto de 2024 se anunciaba la celebración del 20º aniversario de RockZone con la mini-gira de The Menzingers por España con paradas en Madrid y Barcelona en el mes de abril de este año. Así que después de tantos meses de espera, los fans de la banda de Pensilvania que llevan mordiéndose las uñas por volver a verlos en directo seis años después de su última visita a nuestro país, pudieron resarcirse el pasado martes en la sala Copérnico de la capital. A las 20:30 apareció sobre el escenario, cual maestro de ceremonias, Jordi Meya, director de la icónica revista cumpleañera (también al frente de la productora Hello Cleveland a través de la cual organizan conciertos tan especiales como este) para darnos la bienvenida y mostrar agradecimiento tanto a los que estábamos allí congregados abarrotando la sala, como a los propios artistas que iban a participar en la velada, pidiendo encarecidamente que, antes de desmadrarnos con The Menzingers, guardáramos silencio durante la exclusiva actuación que Gorka Urbizu y Cándido Gálvez nos iban a ofrecer en formato íntimo y acústico.

Así, una vez abandonado el escenario, hicieron aparición sobre el mismo los cantantes y guitarristas de Berri Txarrak y Viva Belgrado. Visiblemente emocionados y algo nerviosos, como ellos mismos reconocieron, iniciaron un repertorio tan variado como singular. Les costó arrancar, y la mejor muestra de ello es que Cándido, fruto de los nervios y quizá del poco tiempo para preparar el repertorio, no fue capaz de tocar el primer tema que tenía preparado, algo que lejos de restar valor a su actuación o de provocar reticencias ente el público, simplemente sirvió para hacerlo más humano y también cercano a todos los que alguna vez nos hemos subido a un escenario con tan solo una guitarra acústica y nos hemos quedado bloqueados. Una vez superado el trance, su set fue como la seda y junto a Gorka tocó la fibra del personal con temas extraídos de la discografía tanto de Viva Belgrado como de Berri Txarrak y del propio Gorka Urbizu en solitario alternados, a una voz, a dos, en castellano, en vasco… y en inglés, sí, porque cayeron también un par de versiones tan pertinentes como bien recibidas como fueron la de «Swing Life Away» de Rise Against por parte del artista navarro y la de «Butterfly» de Weezer a dúo. Momento álgido, la interpretación de «Un Tragaluz» por parte del andaluz. Debilidad personal, lo reconozco.

Y tras poco más de media hora de emotiva y entrañable actuación, la eventual pareja artística española se despidió del personal para dejar paso a los grandes protagonistas de la noche. Siempre es buen momento para ver a The Menzingers en directo, y ellos deberán pensar que también cualquier momento es bueno para hacer una parada en Madrid porque cada show suyo es una liturgia a la que acuden raudos sus fieles, independientemente de que la misma sea un martes. Entre los muchos fans locales, también era fácil apreciar la presencia de bastantes norteamericanos que se acercaron a disfrutar del directo de sus compatriotas. Un directo que arrancó a todo trapo con «Good Things». Y demostrando que no hacen prisioneros, tocaron del tirón otros temas tan directos como «Try» y «Burn After Writing».

Este apenas es su segundo concierto en Madrid, tras el que ofrecieron en Independance Club en 2019, pero se ve que la base de fans ha crecido. Además, la acertada elección de una sala algo más pequeña y con más espacio a lo ancho, en lugar de a lo largo, favoreció la cercanía del público con sus ídolos y la sensación de que había aún más gente. Lo que me sigue llamando la atención es lo excesivamente exaltada que se vuelve la peña en sus directos. Porque sí, vale, son un grupo de punk, pero tampoco son Converge para tanto pogo y tanto crowdsurfing. Vamos, que no me acaba de encajar la música que hacen con la reacción que provoca. Eso sí, está claro que les gusta y que tratan de potenciarlo con la elección de sus setlists. Y es que si hay una pega que yo le pondría a su actuación, es que no tocaron ninguno de sus emotivos medios tiempos o temas más cercanos,digamos, al heartland rock.

En ningún momento bajaron el pie del acelerador, lo cual me choca en dos aspectos. El primero es que cuando en sus discos de estudio cada vez suenan más a Tom Petty, en sus conciertos parezcan un grupo de hardcore. Y el segundo es que viniendo a presentar (porque podría considerarse así, ya que no habían tocado aquí desde su publicación) su último disco, apenas tocaran tres canciones del mismo. Y estas fueron la citada «Try», «Hope Is A Dangerous Little Thing» y «Nobody Stays». Nada de «Come On Heartache», «High Low» o «Some Of It Was True». Pero bueno, habrá que esperar para cuando sean aún más maduros… En cualquier caso, yo lo consideraría un pequeño borrón dentro de un show casi impecable.

Y es que si nos ceñimos a la versión punk-rock más canónica, es imposible no disfrutar de trallazos como «The Obituaries», «Lookers», «Good Things» o «I Don’t Wanna Be An Asshole Anymore» con esos coros diseñados para gritar en una taberna puño en alto. Y ni que decir tiene, con los ya clásicos cortes punks emocionales que lindan con el emo como «After The Party» o «Casey» con la que cerraron el show. Un show vibrante que apenas llegó a la hora y media, a piñón fijo, sin parones, ni bises, ni rollos. Greg Barnett (voz, guitarra), Tom May (voz, guitarra), Eric Keen (bajo) y Joe Godino (batería) lo dieron todo para un público que hizo lo propio y que hizo sonar su voz casi tan alto como la de los protagonistas, en una comunión que todos los allí presentes esperemos no tarde tanto en volver a producirse.

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Fundador y director de Rock4Spain. Esposo y padre de dos. Funcionario del rock & roll. Tras aparcar sus proyectos musicales propios y con la experiencia que le dan varios años de colaboración como redactor en cylcultural.org decide lanzarse a esta empresa.

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