El próximo domingo, 1 de abril, se cumplen quince años del lanzamiento del cuarto disco de estudio de los White Stripes, «Elephant». No sé si será el mejor álbum del dúo de Detroit, ya que los precedentes también tenían un gran nivel, pero desde luego fue el que los consolidó y les puso en el mapa del mainstream con una propuesta fresca y novedosa. Hoy vamos a recordar brevemente lo que supuso ese álbum en la historia del rock y en la de la propia banda.
¿Hubieran alcanzado el éxito The Black Keys o Royal Blood de no haber allanado antes el camino The White Stripes? Nunca lo sabremos a ciencia cierta, pero lo que sí está claro es que el éxito de la propuesta de Jack White y Meg White hizo que muchos se atrevieran a formar un grupo de rock con tan solo dos integrantes; lo que hasta ese momento era una propuesta friki y extremadamente minimalista cobró sentido en la mente de miles de músicos a lo largo y ancho del Globo que querían expulsar sus demonios en canciones rápidas y directas, generalmente cortas, construidas sobre una potente batería, una guitarra o bajo extremadamente distorsionado y una voz.
A pesar de contar con una larga discografía anterior de producción independiente, The White Stripes no llegaron al gran público hasta el año 2001 con su extraordinario “White Blood Cells”; en plena efervescencia del rock retro este dúo rodeado siempre de rojo, blanco y negro representaba la imagen y la simplicidad del estilo a la perfección, algo que no pasó desapercibido para las grandes compañías. Lanzado bajo el sello discográfico V2 Records en Estados Unidos y XL Recordings en Europa, este disco terminado de grabar un año antes de su publicación en los Toe-Rag Studios y en el BBC Maida Vale Studio de Londres, fue un éxito inmediato en las listas de ventas de medio mundo y haciéndose acreedor de dos premios Grammy en 2004, uno por mejor álbum de música alternativa, y otro por mejor canción de rock por el sencillo «Seven Nation Army», entre otros reconocimientos. ¿Quién no conoce la citada canción? Bueno, muchos son los que tararean el riff principal («lo lo lo lo lo lo lo») en los partidos de fútbol y celebraciones de toda índole (algo que particularmente me pone nervioso) sin tener ni pajolera idea de quienes son, pero eso ya es otro cantar, y nunca mejor dicho…
Además de ese himno, popularizado por un videoclip capaz de producir ataques epilépticos, «Elephant» contiene grandes canciones con pegada como «Black Math» o «I Just Don’t Know What To Do With Myself». Todos, potencialmente singles. Tras “White Blood Cells”, muchos pensaban que The White Stripes poco más tendrían que hacer pero con «Elephant» dieron un salto de calidad en la producción, haciendo más de lo mismo pero mejor. Resulta menos estridente que sus antecesores. Un disco que suena a barra de bar y a escenario minúsculo sumergido en la penumbra. Jack White en plena forma y además algún tema cantado por Meg White como la balada «In The Cold Cold Night» o la sureña “Well, It’s True That We Love One Another”, algo que no abunda en la discografía de The White Stripes. El disco es sucio pero no guarro, entiéndase la diferencia. Todo está medido para que suene contundente, directo y espontáneo, pero bajo la aparente simplicidad se vislumbra un trabajo esmerado y unas composiciones adictivas de una calidad que, a mi juicio, ya no volvieron a alcanzar, ni The White Stripes, ni el bueno de Jack en su carrera en solitario. La bluesera y ahogada en alcohol «Balls And Biscuit» o la ecléctica y casi progresiva «Hardest Button to Button» dan buena cuenta de un trabajo que se vendía perfectamente por sí mismo, pero por si eso no fuera suficiente, explotaron el misterio de su relación personal para potenciar el enigma de su música visceral. Que si eran hermanos, que si eran pareja… En realidad, a esas alturas ya estaban divorciados. Tras un breve matrimonio (1996-2000), decidieron poner fin a su relación personal, pero no a la profesional, siendo probablemente la ex-pareja mejor avenida del mundo de la música. Algo de lo que todos salimos beneficiados con trabajos como este.
Fundador y director de Rock4Spain.
Esposo y padre de dos.
Funcionario del rock & roll.
Tras aparcar sus proyectos musicales propios y con la experiencia que le dan varios años de colaboración como redactor en cylcultural.org decide lanzarse a esta empresa.
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