Una de las grandes recompensas de mantener activo un medio independiente como este, a pesar del poquísimo tiempo que le podemos dedicar actualmente, se produce cuando llega a nuestra redacción un álbum de un grupo desconocido para nosotros, lo pinchas y de repente te vuela la cabeza, pasando irremediablemente a formar parte de la banda sonora de tu vida. Esto es lo experimentado por servidor al escuchar «Doom Machine», el cuarto LP de los lisboetas Miss Lava. Y como seducido por cantos de sirena, me he lanzado a bucear en su discografía anterior, ávido de encontrar nuevas joyas sonoras y de entender su evolución hasta llegar al momento presente, y ha sido gratificante ver que no estamos ante un truco de prestidigitador sino ante una carrera musical de lo más sólida donde el sonido stoner marca el camino, pero no un camino recto y aburrido, sino uno lleno de vericuetos que nos llevan por terrenos abonados por el rock & roll, el hard rock setentero, la psicodelia y el rock alternativo, incluso por cierto macarreo punk, especialmente en «Red Supergiant» (2012). Me ha sido inevitable recorrerlo completo, sin atajos, y lo he disfrutado como un enano, así que sí, desde ya me declaro fan de Miss Lava.
Parece una obviedad, pero conviene recordar que no hace falta vivir en el desierto para tocar buen stoner rock. Un buen ejemplo lo tenemos en nuestro país vecino, donde se está consolidando una escena de lo más potente que en cualquier momento puede estallar y saltar a la primera plana. Los últimos discos de Her Name Was Fire, Earth Drive, Stones Of Babylon, Deset Smoke o Lâmina dan buena cuenta de ello, y por supuesto, el que hoy nos ocupa. Miss Lava no son nuevos en esto, llevan años pateándose las salas y festivales de su país, además de varias incursiones en el nuestro y en otras partes de Europa, dejando siempre el pabellón del stoner bien alto. Son alumnos aventajados de Kyuss y de todo el universo musical que han creado Josh Homme y John García en sus respectivas carreras a lo largo de los últimos veinte años. Y me atrevería a decir, aún a riesgo de parecer sacrílego, que en lo que se refiere a la calidad de las composiciones de Miss Lava, los han adelantado y ya los ven a cierta distancia a través del retrovisor.
El largo proceso de creación de «Doom Machine» viene marcado por una montaña rusa emocional. En los cuatro años transcurridos desde la publicación de su último EP, «Dominant Rush», dos miembros de la banda han sido padres, mientras que el guitarrista K. Raffah perdió trágicamente a su bebé con tan solo un mes de vida. Todo ello, sumado a la dichosa pandemia, ha retrasado la publicación de un disco que, no obstante, lo habían grabado ya entre mayo y julio de 2019 en Generator Music Studios, Magoito (Sintra) junto a «Veg» Marques. No cabe duda que «Doom Machine» es la producción sonora más densa de la banda hasta la fecha, oscilando entre la exuberancia característica de sus riffs de guitarra y los paisajes psicodélicos y espeluznantes, todo ello salpicado de numerosos interludios hipnóticos, lo cual hace de su escucha de principio a fin una experiencia más compleja y completa. También cabe señalar que todas las partes instrumentales se grabaron en directo, logrando así capturar toda su energía y que el álbum suene tan orgánico como lo hace. «Fourth Dimension» da el pistoletazo de salida marcando un inicio aguerrido con un corte de casi cuatro minutos rezumando el sonido del mejor stoner del ocaso de los años noventa. «In The Mire» no se sale de la senda marcada aunque resulta más espesa que la anterior, empalmada a «Magma», el primero de los cuatro interludios instrumentales que aparecen en el álbum. «Brotherhood Of Eternal Love» tiene un inicio pesado de tempo más lento que los anteriores pero poco a poco se va acelerando hasta derivar en un ritmo de hard rock setentero heredero de sus admirados Black Sabbath, todo antes de regresar a los sonidos psicodélicos en los que se va apagando. Palabras mayores con «Sleepy Warm», un trallazo sublime donde velocidad, pegada y accesibilidad se dan la mano, convirtiéndolo en un tema fácil de memorizar. Uno de los mayores exponentes de su giro a la psicodelia es el single «The Great Divide», un corte lleno de tensión y groove, ingredientes que mantienen en «The Fall» pero aumentando aquí la carga melódica. Este último es un corte oscuro y polvoriento con capacidad de enganche a pesar de su extensión, que se va a los seis minutos y medio, y con cierto aire lisérgico enfatizado por «Alpha», el interludio de poco más de un minuto que suena a continuación y que me recuerda mucho a nuestros The Dry Mouths. «The Oracle» es otro temazo sobrado de velocidad y ritmo donde sobresale un estribillo memorable en el que el riff de guitarra es el que lleva la voz cantante. Y tras escuchar las olas del mar rompiendo en una apacible playa llega el corte más largo de «Doom Machine», que no es otro que el que precisamente le da título. Potente y aguerrido en sus primeras tres cuartas partes, y psicodélico en el último cuarto resulta tan polvoriento como pulcro. Un gran cierre, si no fuera porque han decidido obsequiarnos con otros tres temas a modo de bonus tracks en los que recuperan la vertiente más rocanrolera de la banda explotada en sus dos primeros discos de estudio. Delicatessen.
Lo mejor: «Doom Machine» es una auténtica obra de arte que posiciona a Miss Lava como una de las referencias del stoner europeo. Un disco equilibrado con las dosis justas de fuzz, psicodelia y groove.
Lo peor: Que hayan perdido parte de la espontaneidad y urgencia rocanrolera por el camino.
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