El séptimo álbum de Alcest es un nuevo paso en busca de la perfección y la belleza más absoluta. Después de cinco años de silencio, el multiinstrumentista Stéphane Paut (más conocido como Neige) y el batería Jean Deflandre (alias Winterhalter) regresan con «Les Chants De l’Aurore». Nunca había pasado tanto tiempo entre un lanzamiento y otro en la carrera del dúo que otrora fuera una one-man band del vocalista y guitarrista. Tampoco habían tenido que hacer frente a una pandemia mundial, claro. Aunque esa explicación, que es razonable, me temo que no es la única para justificar la demora. A mí se me antoja que el listón tan alto que colocaron con «Spiritual Instinct» hizo que se pensaran mucho el siguiente paso. Los franceses vuelven con una alta dosis de belleza, luz y pasajes oníricos, reduciendo a la mínima expresión los gritos de antaño, lo cual es un debe para los amantes de su vertiente black metal y un acierto para los que como yo, nos hemos enganchado a su música gracias a la delicadeza de sus atmósferas post-rock. El disco es realmente brillante, pero adolece de singles tan claros como «Protection» o «Sapphire» que hicieron de su predecesor un álbum aún más redondo. Lo más parecido sería «Flamme Jumelle», una canción realmente bella, evocadora y lo suficientemente concisa como para considerarse single. Sin embargo, ellos eligieron «L’Envol» para dar a conocer este nuevo trabajo, una decisión más arriesgada porque pese a ser una gran canción, es más progresiva y extensa, lo cual la hace menos asimilable de primeras. De todas formas, a estas alturas no creo que eso les importe. Tampoco van a pasar a ser the next big thing. Tienen una base de fans bien consolidada y son una referencia dentro del llamado blackgaze, una banda de culto con un sonido más que reconocible y realmente inimitable. A poca sensibilidad artística que tengas, los cantos de la Aurora te dejarán embelesado.
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