El mundo del prog nos sigue proveyendo de los discos más sorprendentes y emocionantes de los últimos tiempos. En este contexto debemos situar a los angelinos Night Verses que nos traen su cuarto disco de estudio. Bueno, supongo que es así como hay que contabilizarlo ya que «Every Sound Has A Color In The Valley Of Night» engloba un primer volumen titulado «Every Sound Has a Color in the Valley of Night: Part 1» lanzado a modo de EP en septiembre del año pasado y un segundo formado por las siete canciones restantes («Every Sound Has a Color in the Valley of Night: Part 2») que unidos conforman todo el lote que acaban de publicar el mes pasado. ¿Complicado? Puede. Tampoco es fácil su escucha, ya que los catorce temas superan la hora de duración, y eso hablando de música instrumental (o casi) puede ser duro, pero es realmente reconfortante. Es un discazo, vamos. Grabado en los estudios Graphic Nature Audio de Belleville (Nueva Jersey) y publicado a través de Equal Vision Records y Rude Records, tenemos un trabajo impoluto donde dan rienda suelta a su creatividad a la hora de crear pasajes realmente bellos que se entrecruzan con otros turbadores y asfixiantes así como con riffs realmente demoledores, en ocasiones dentro de la misma canción. Y decía anteriormente que es un álbum casi instrumental porque van dejando voces sueltas recitadas a lo largo de diversos temas, además de contar con dos colaboraciones vocales estelares como la de Anthony Green (Circa Survive, Saosin, L.S. Dunes) en «Slow Dose» y muy especialmente la de Brandon Boyd (Incubus) en el espectacular «Glitching Prisms» que es lo primero que escuché de ellos y lo que me atrapó irremisiblemente, llevándome a interesarme en toda la discografía anterior del trío formado por el guitarrista Nick DePirro, el bajista Reilly Herrera, y el batería Aric Improta. También cuentan con otros dos colaboradores de relumbrón en el aspecto instrumental, y es que Justin Chancellor (Tool) ha grabado los bajos de «Séance» y el multiinstrumentista Author & Punisher algo ha tocado también en el breve y preciosista «Åska» que recuerda un tanto a El Altar Del Holcausto. ¡¿Quién lo diría?! Como podéis ver, hablamos de un trabajo que no tiene desperdicio y que tendría delito que te perdieras después de este escueto análisis. Allá tú…
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